Salón

No me devolvió el saludo, tampoco parecía mostrar interés en ello por lo que lo dejé estar. Acabó sentándose en la mesa con algunos papeleos que había dejado traer del Ministerio de Magia, algo que a mi personalmente me molestaba demasiado, ya que tener baja por maternidad significaba que nada de trabajo, sino tiempo para ser madre y para recuperarse del embarazo. Cuando le conté que era lo que había pasado explicó que no hacía falta que diera algún tipo de explicación, si hubiera estado ella en mi lugar la hubiera cambiado de puesto rápidamente al tener vidas en sus manos- y si yo fuera tu no haría trabajo del ministerio y menos ahora, pero no me quejo, además yo ya sabré lo que hago o dejo de hacer en San Mungo – dije algo mosqueado por su comentario que dijo. Tenía razón, pero ella tampoco es que lo hiciera del todo bien.

Comentó que en casa no había pasado nada fuera de lo normal pero que tuviera cuidado en ir a la habitación de los niños ya que Katherine se acababa de quedar dormida hace nada – pues entonces no voy a verlos, no quiero despertarla sin querer – si acababa de dormirse prefería no ir, normalmente ya habrá estado dormida desde hace una hora o así, pero claro, cada día era diferente. Nos quedamos en silencio durante un rato, en ese rato pensé en que era lo que estábamos haciendo en esos momentos, ella estaba en la mesa grande y yo sentado en el sofá y estábamos hablando todo el tiempo con una sequía en los labios, parecía que todas las palabras bonitas de habían desvanecido en la nada - no parece que seamos pareja... - dije en voz baja sin darme cuenta, no sabía si era o no entendible para ella.

Levantó la cabeza para responderme a mi queja, dijo que yo trabajaba, hasta estas horas y durante todo el día, dijo también que no tenía derecho a quejarme y que era mejor quedarme con ella, suponiendo que se refería a la nueva jefa de plantas, supervisando. En ese momento sí que me cabreé bastante con lo que dijo, y no me iba a guardar ni una sola palabra porque no quería dejar la cosa así – yo trabajo pero no he pasado por ningún parto, y no me quedé en coma durante el parto y días después entonces que tu tampoco tienes mucho derecho de quejarte de mi, si San Mungo tiene el triple de trabajo de lo normal tendré que acudir me guste o no – le dije mirando la directamente a los ojos ya enfadado de lo que había dicho. Luego tocaba responder a lo siguiente que me había molestado mucho - uff.. si... cuidado, que me voy a acostar con ella – dije completamente con ironía - ¿pero tu eres tonta Artemisa? ¿Si no tengo tiempo de estar en casa como cojones quieres que desperdicie mi tiempo en cosas que no sean de verdad importantes? - porque prácticamente parecía que había dicho eso por completo, que desperdiciaba mi tiempo con tonterías. Eso era algo que me daba mucha rabia ya que no era cierto, en todo caso lo desperdiciaba con algo que para mi no era útil, pero que para muchas otras personas sí, y ser sanador no era algo fácil, al igual que su trabajo - Además lo mismo puedo decir de tu secretario que se pasa por aquí para verte cada día - a pesar de que sabía que el secretario de Artemisa pasaba para recoger o dejar informes, no me hacía mucha gracia que a veces los encontrara tomando algún café o té y charlando tan amistosa mente, ya por el echo de que esté su presencia en esta casa ya lo detestaba por completo.

- No me compares a mi contigo, yo no me tengo que cuidar por haber pasado por un parto ni nada de eso, entonces que hubiera faltado más que tu acudieras al Ministerio – si hubiera llegar a ir al M¡nisterio para trabajar mientras estuviera de baja de maternidad la hubiera sacado allí de inmediato. Ella tenía baja, en cambio yo no tenía ninguna baja para nada. Hizo un comentario que sí que me había dolido bastante “tampoco parece que te disguste mucho que se haya triplicado el trabajo” eso no era cierto, para nada cierto, y además después del parto, ¿como me iba a gustar ir a trabajar teniendo a mi familia en casa con dos nuevos miembros? ¿como me iba a gustar no ver a mis hijos y a mi mujer a cambio de trabajo? - no digas eso porqué no es cierto – dije ya verdaderamente enfadado y triste de haber escuchado ese comentario de su boca - ¿acaso te estás volviendo tonta Artemisa? Claro que me va a gustar, veo gente desconocida cada dos por tres y puedo hacer lo que me de la gana – dije completamente con ironía en los labios.

El comentario que hizo se convirtió en una puñalada en el corazón y pude notar como se me humedecían los ojos lentamente, pero sin llegar a derramar ni una sola lágrima por el momento. No comenté absolutamente nada, simplemente escuché sus comentarios sin saber a que venía todo esto, sin saber ni tan solo a que contestar. ¿Como podía pensar eso de mi? Después de todo lo que habíamos pasado... ¿como podíamos llegar a este extremo? Pero en vez de intentar arreglarlo la rabia aumento en mi interior e hizo que mi contestación no fuera para bien alguno. Noté como ella apartaba su mirada de mi - ¿y tu qué? ¡Ni que tampoco te quisieras acercar mucho a mi! En lo único que te fijas es en los niños y en ese secretario que viene cada dos por tres aquí, a mi ni me miras ya a los ojos. Estoy seguro que si no fuera por los niños tu ya te hubieras ido con tu secretario – incluso estás palabras a pesar de herirla seguramente a ella también me hirieron a mi mismo, pensar que lo que decía era cierto, que ella no tenía ningún interés más por mi, que ya se fijaba en otras personas, que parecía un fantasma en esta casa.

Respondió a mi acusación sobre su secretario, decía que no podía permitirse dejar por completo abandono su puesto como ministra y que él solamente le trae lo más urgente, en un momento parecía que iba a continuar hablando pero pareció cambiar de idea y modificar sus palabras, eso no me gusto para nada y temí que escondía más cosas de lo que decía. Cambió sus palabras diciendo que no tenía por que explicarme nada, eso me enfadó un poco más – ah, entonces ¿qué soy tu amigo ahora? ¿ o un desconocido? Ya no tengo derecho a saber nada sobre ti al parecer – dijo que el no tenía ningún problema en venir cuando yo estaba, pero claro era difícil entonces. - Sí de verdad solo te trae documentos aquí no importa que esté más de dos horas aquí o que aguante alguno de nuestros hijos - me quedé un poco en silencio pensando verdaderamente dolido por todas las palabras que nos decíamos mutuamente, solo había una solución que pasaba por mi cabeza - si de verdad te importa tu secretario pues tranquila, yo me puedo ir de la casa, ¿para qué quedarme? si tu misma pareces querer echarme de aquí, ya vendré para ver a nuestros hijos, pero tranquila que a ti ya no te molestaré más - dejé mi parte de la conversación allí para irme a nuestra habitación y coger una mochila para poner cuatro cosas para pasar unos días a fuera.

(Off rol: si quieres acaba la discusión en el salón respondiendo a los temas que se habló en el salón, o si quieres continuar el rol continualo en la habitación, lo que desees. )

- Ya te dije Artemisa que el trabajo se triplicó – si no fuera porque me necesitaban urgentemente no hubiera ido a trabajar y hubiera aprovechado mi tiempo en casa. Pero lamentablemente no era así por lo que me impedía poder estar en casa y disfrutar de mi familia. Todo eso por ese estúpido ataque de mortífagos que provocaron muchos daños en el hospital, muchas quejas de los pacientes sobre la seguridad del hospital y todo eso implicaba muchos gastos sobre San Mungo que había que quitar de nuevas maquinarias y mejoras para poder cubrir los daños. Todo eso implicaba una nueva administración que tenía que hacer yo.

En voz floja y suave dijo que yo lo había echo mientras estaba paralizado al escuchar su acusación en que le fui infiel. No pude ni contestar a esa frase al sentirme incapaz de realizar su acusación, ni entendía el por qué vino todo eso así de golpe. Cuando protesté más sobre su secretario ella respondió enseguida diciendo que no hablábamos sobre ella, y enseguida me vino a la cabeza por su siguiente comentario de que era un mal marido y un mal padre a la vez. En ese momento me maldije a mi mismo hasta llegar a tal punto que maldije por completo mi existencia. Lamenté haber llegado a tal extremo y de dar una opinión sobre mi tan negativa a mi propia mujer y de no estar junto a nuestros hijos. En esos momentos lamenté haber sido tan estúpido de haber echo los actos que fueran para llegar a este punto, donde los dos discutíamos. El último comentario que hizo fue como la última puñalada de dolor que sentía en mi pecho y la que consiguió que mis lágrimas resbalasen por mi mejilla. Parte de mi conciencia daba razón a lo que ella decía, si yo no estuviera todos serían más felices. Antes de que yo acabara de hablar ella ya se iba hacia la cocina pero sabía perfectamente que me había escuchado por completo. Me fui al cuarto, en una mochila puse la ropa fundamental para algunos días, si en caso ya mandaría a alguien que viniera a por lo demás si de verdad llegásemos a tal extremo, cosa que para mi parecía que sí que habíamos llegado a tal punto de romperlo todo. Me senté un momento encima de la cama e intenté tranquilizarme un poco, intenté pensar pero todas las indicaciones me llevaban a la misma conclusión, ellos iban a estar más feliz sin mi. Ya que me veía incapaz de hablar con ella diciendo mis últimas palabras cogí un sobre y una hoja en blanco para escribir.

“Intenta ser feliz con la persona que tu quieras y que cuide bien de la familia ya que al parecer yo no conseguí hacerlo bien y lo perdí todo.”

Metí el papel en el sobre y luego dolorosamente metí también el anillo de compromiso y de matrimonio. Cogí la mochila y me fui a la planta inferior, entré en la cocina donde podía ver a Artemisa igual de dolida que yo, supongo que por las palabras que yo le dije, pero si tanto parecía que quería que me fuera me iba por su deseo. Dejé el sobre en frente suya, no podía ver su rostro ya que estaba tapado por sus brazos. Me di media vuelta pero antes de irme tenía que decir una última cosa – nunca te fui infiel Artemisa, jamás he sido capaz de ello – después de decir esas palabras a la fuerza al no aguantar mucho más las ganas de llorar me fui de allí dejando atrás lo que era, es y siempre será las personas más importantes de mi vida.

Al llegar a casa ya estaba anocheciendo y Lily estaba preparando la cena para luego solamente calentarla y tenerla lista. Katherine y Daniel estaban durmiendo en una cuna que teníamos en el salón para no tener que subir y bajar escaleras cada dos por tres. Gabriella estaba jugando tranquilamente con sus muñecas. Saludé cuando entramos en el salón, Gabriella enseguida se giró y al verme echó a correr para darme un abrazo al cual yo respondí con ganas – hola princesa – dice con cariño – hola papa – respondió ella, al separarse me dio un beso de bienvenida como lo solía hacer muchas veces, se notaba en su cara que estaba alegre de verme - ¿me has echado de menos? - ella asistió con la cabeza – mucho! - dijo abriendo sus brazos para indicar la cantidad. Solamente pude reir suavemente hacia aquel acto – y yo a ti – le di un suave beso en la frente de la pequeña – ahora papá estará en casa muchos días – dije a la pequeña - ¿jugarás conmigo? - preguntó curiosa – claro – afirmé. Luego ella se fue a saludar a su madre con un abrazo y un beso también y se fue a jugar de nuevo con sus muñecas. - bienvenido de vuelta señor – dijo Lily desde la cocina donde preparaba la cena – gracias, me alegro de veros de nuevo a todos – dije con una sonrisa mirando a la elfina. No pude evitar acercarme a la cuna para observar a los dos pequeños durmiendo, parecía que en dos semanas habían crecido un montón – parece que en poco tiempo han cambiado mucho... - dije con suavidad para no despertar a ninguno de los dos .

Cuando fui junto a los pequeños Artemisa ya estaba allí antes de mi, por lo que al observar a los pequeños en como dormía y después de hacer mi comentario abracé a ella por detrás y apoyé mi barbilla en su hombro y escuché lo que ella dijo. Dijo que hoy era la primera vez que no estaba tanto tiempo lejos de ellos y que le iba a costar separase de ellos en tres meses cuando tenga que ir a trabajar – es normal, antes los tenías en tu interior e iban cada dos por tres donde tu ibas, ahora necesitan muchos cuidados y tampoco pueden estar muy lejos – era algo que pasaba en todos los niños. Yo había pasado dos semanas sin ellos y ahora lamentaba que hubiera echo eso, pero al menos ahora estaba allí para todos – en dos meses – corregí a Artemisa – porqué el último mes vamos a mirar de acostumbrarlos poco a poco a que estén con otra gente, porque así cuando vayas a trabajar no sea un golpe fuerte para ti y los pequeños, así comenzáis a acostumbraros los tres poco a poco – apreté un poco más con mis brazos acercándola más a mi – y así tenemos tiempo para estar un rato nosotros dos – le di un beso en la mejilla antes de que Lily nos llamara para ir a la mesa ya que la cena estaba lista y fuimos todos a la cocina a comer.


Cenamos Gabriella, Artemisa y yo juntos mientras que Lily vigilaba a los dos pequeños, después de la cena llevé a Gabriella a ponerse el pijama, lavarse los dientes, le leí un cuento hasta que se quedó dormida y salí cuidadosamente de la habitación. Claro estaba de que antes de que llevara a Gabriella para ponerse el pijama y acostarse se despidió de Lily y de Artemisa deseando las buenas noches. Justo cuando bajé los dos pequeños comenzaron a llorar casi a la vez en petición del biberón de la noche, por suerte Lily ya los había preparado para simplemente dárselo.

Me dio un beso en la mejilla y dijo que no se acordaba de que teníamos el apartamento, que Lily se podía encargar de los niños toda una tarde como el día de hoy mientras que nosotros dos estábamos allí. Eso lo dijo en un susurro de manera que quedaba solo entre nosotros, yo sonreí con ganas, besé su cuello suavemente – ya tengo ganas – dije en voz baja susurrando al odio, antes de separarme de ella le mordí suavemente el cuello.

Cuando los pequeños comenzaron a llorar Artemisa me tendió a Daniel y un biberón y me dijo si a ver no se me ha olvidado dar el biberón, lo comentó con tono burlón al cual no pude evitar reírme un poco – espero que no – dije bromeando mientras que me sentaba en el sofá para acomodarme mejor, colocar a Daniel y darle el biberón que tanto deseaba – si que tienes hambre pequeño – dije a Daniel con tono suave. El comenzó a beber su biberón y acabó todo lo que tenía. Cuando lo cogí en brazos no tardó casi nada en que se le cayera la cabeza encima de mi pecho de sueño y se durmiera encima mía – voy a llevarle a la cuna – dije en voz baja para no despertar a Daniel ni a Katherine que también parecía que se iba a quedar dormida dentro de poco. Al llegar a la habitación tumbé a Daniel en la cuna y le tapé con una manta para que no pasara frío y me quedé un rato observando como dormía tan inocentemente.

Al poco rato Artemisa subió con Katherine dormida entre sus brazos y la dejó cuidadosamente en su cuna sin despertarla ni un poco. Nos quedamos los dos observando a nuestros pequeños en silencio hasta que ella rompió ese silencio en palabras suaves para no despertar les diciendo que a ver cuanto tiempo durarán ellos dos durmiendo con esa tranquilidad – no sé, pero mejor que nos vayamos antes que les despertemos – dije en voz baja mientras comenzaba a caminar hacia el exterior de la puerta sin intentar hacer ruido. Una vez fuera cerré la puerta sin hacer ni un poco de ruido y di un suspiro – lo que hace la experiencia en un hospital silencioso – comenté mientras me reía un poco. Después de ese comentario me acerqué a ella para poner una mano encima de su cintura y otra en su cuello y besar la dulcemente en los labios - ¿y ahora eres mía? - pregunté con a penas un susurro rozando sus labios con los míos con suavidad. Me acerqué un poco más a ella para volver a besar la pero esta vez con más intensidad. Me sentía feliz volver estar en casa con la familia y tener a mi mujer más cerca que antes, demostrando de verdad lo que sentía por ella para evitar una discusión tan horrible como la última vez - espero que nuestra próxima discusión sea todo lo contrario a esta, sino que discutamos de lo mucho que nos importamos - dije riendo con suavidad.

Respondió a mi pregunta diciendo que ahora si que era completamente mía. Ante mi comentario de discutir se rió conmigo pero dijo que era mejor no discutir, y era cierto, porque discutir era lo peor que podíamos hacer y que daba las peores sensaciones.

Bajamos a la planta baja donde nada más llegar tiró de mi hacia el jardín. Fuera la luna estaba llena y el cielo pleno de estrellas que se podían ver por sin ninguna dificultad. Por suerte no corría frío por lo que se estaba incluso bien afuera. Me llevó hasta el borde de la piscina donde me rodeó el cuello con los brazos y yo la rodeé sobre su cintura y nos besamos intensamente disfrutando cada momento y cada tacto en que nuestros labios estaban juntos. Después del intenso beso me preguntó si me apetecía señalando con la cabeza hacia la piscina, me lo pensé un poco pero luego llegué a pensar que perder no perdía nada, y tampoco el tiempo estaba mal para negarse a la propuesta – de acuerdo, pero tu también – dije mientras que la besaba y levanté su camiseta para acabar por quitársela. Después de eso me separé de ella para acercarme en una silla y dejar la camiseta de ella que se la había quitado yo y luego comenzar a quitarme yo mismo la ropa y dejarla encima de la silla. Me había quitado toda la ropa que llevaba encima, ¿para qué me iba a dejar la ropa interior? si igualmente estaba en casa y la única presente en esos momentos era ella que ya me había visto más de mil veces desnudo. Después de eso me acerqué al borde de la piscina para esta vez meterme lentamente en la piscina ya que no quería tirarme en ella, no me apetecía, después de meterme con cuidado me metí por completo debajo del agua mojándome entero.

Me preguntó si me parecía el momento para ser ordenado yo comencé a reírme – ya que tu siempre te quejas de que no lo soy pues sí – dije mientras le sacaba la lengua. Me sorprendió que cuando yo ya estaba metido en la piscina cuando de repente ella se fue y cerró la puerta detrás si, en ese momento no sabía si preocuparme o que hacer, por lo que me quedé simplemente en dentro de la piscina. Al cabo de un rato cuando ella salió conectó el mp3 con los altavoces y busco una canción que era bastante animada y comenzó a cantar mientras que comenzaba a poner velas en el borde de la piscina sin molestarse ni un poco. De repente me sorprendió tirándome una copa, en ese momento me quedé con los ojos abiertos pero al poco no pude evitar reírme. Me acerqué al borde de la piscina y dejé que me llenara la copa – estás completamente loca – dije con una sonrisa en los labios y viendo como ella disfrutaba por si sola.

Parecí bastante animada con la canción, incluso demasiado ¿y ella es la ministra de magia? Un poco complicado de creérselo si se veía de esa forma, comencé a reírme – por tu locura – dije riéndome mientras que brindábamos por esa locura espontánea de su cabeza. Pero me sentía bien a pesar de que era una situación bastante rara, parecía como si no tuviéramos que preocuparnos para nada, como si fuéramos de nuevo alumnos. Tomé un sorbo de mi copa y lo dejé en el borde de la piscina. Luego ella se acercó a mi y dijo que cerrara los ojos y abriera la boca - ¿que piensas hacer? - pregunté un poco indeciso de que hacer, hasta que finalmente hice lo que me pidió y noté como ponía algo ligero en mi boca y demás, poniéndome perdido de lo que fuera, antes de abrir los ojos noté como me dio un beso y cayó al agua. Cerré la boca y pude notar por el sabor que era nata y chocolate, vi los botes que había aun al borde de la piscina y decidí coger el de chocolate para vengarme de ella. Cuando salió del agua yo estaba detrás suya y escuché como comentó que estaba bastante bueno y justo después de ese comentario la cogí con un brazo por detrás y le puse chocolate por toda la mejilla y los labios. Después de reírme un poco me acerqué a ella para besar la y notar el sabor de chocolate entre nuestros labios – si cierto, bastante bueno – dije mientras sonreía y puse un poco de chocolate en la punta de su nariz – y además crea un buen detalle en la piel – dije riéndome. Me puse un poco en la punta del dedo para luego dirigirlo a mi boca, luego me comencé a acercar hacia mi copa de vino para pegar un sorbo - hay que confesar que has echo buena elección - había buen ambiente, buena comida y buena compañía, más no se pedía.

Dijo que solía hacer buenas selecciones con cierta indignación al cual no pude evitar reírme – no siempre... - dije en voz baja y riéndome. Normalmente lo solía hacer siempre, pero esta vez le hice la contraria para chicharla un poco. Se apresuró en coger el bote de nata para llenarme el cuello y probar la nata en mi piel recibiendo de vez en cuando algunos mordiscos. Se me cortó la respiración al sentirla de esa manera y disfruté de cada roce que hacía con sus labios en mi cuello. Cuando ya deseé volver a sentir sus labios le quité el bote de nata para separarme un poco de ella, poner un poco de nata en sus labios, y sonreír antes de besar la dulcemente sintiendo esta vez la nata entre nuestros labios.