Despacho de la ministra de magia Probando


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Trama
Las guerras terminan, los destrozos se reconstruyen, la vida sigue... pero la historia siempre se repite. Harry Potter pudo ganar la batalla contra Voldemort pero la guerra contra la magia oscura aún perdura, pudo conseguirnos un descanso para reconstruirnos, para llorar nuestras bajas... pero el descanso llega a su fin y la guerra vuelve a entrar en todos los hogares mágicos, ya no solo de Inglaterra si no del mundo entero.
Voldemort fue expulsado del mundo de los vivos, pero ¿qué pasó cuando llegó al de los muertos? con exactitud saberse no se sabe, pero si sabemos que ha vuelto, de nuevo escondido entre las sombras, atacando oculto tras de las mascaras de la nueva generación de mortifagos, no hay duda ninguna de su regreso pero ¿cómo ha podido suceder? y más importante ¿qué vamos a hacer ahora? Harry Potter ya no se encuentras entre nosotros para ser el niño de la profecía y además si Voldemort ha regresado del mundo de los muertos, ¿quién mas ha podido hacerlo? por que los problemas no solo han resurgido en Inglaterra, en otros países también sufren la ira de un nuevo señor oscuro ¿tendrán algo que ver?






















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Despacho de la ministra de magia

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Mensaje por Ministerio de Magia Jue Jul 26, 2012 2:02 am

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Mensaje por Mike Coman Mar Ago 20, 2013 9:52 am

Después de la reunión con Yunna quería en teoría irme a casa, pero pensé que ya que era casi la hora de terminar las horas de trabajo pues podía ir a recoger a la hermosa persona que tengo como ministra. Por eso me desvié de camino y aun con el uniforme de jefe de auror puesto decidí irme directo al despacho de la ministra. En la entrada me acerqué al secretario, no puedo creer que uno un tiempo en que le restregué al a cara a Artemisa de que me pusiera los cuernos con él creando esa inmensa discusión.

- Buenas – saludé con una sonrisa - ¿Está reunida en su despacho? - pregunté esperando a que aun estuviera allí.

- No señor, está sola – dijo el secretario.

- Gracias – sin nada mas que decir me dirigí a la puerta de su despacho.

Ni tan solo toqué la puerta, la abrí lentamente en silencio para intentar que no se percatara de mi presencia, me adentré un poco con pasos sigilosos antes de decidir en decir palabras.

- Ya te tengo que sacar del trabajo, increíble Artemisa – dije como si la estuviera echando la bronca aunque aun era dentro de su horario, por lo que en estos momentos no hacía horas extra. Cerré la puerta de detrás mi y me dirigí hacia ella para saludarla con un beso en los labios. Era lugar de trabajo, y teníamos dicho que en el trabajo eramos “compañeros” por así decirlo, y no pareja, pero... simplemente me hacía falta sentir sus labios, además, estábamos en intimidad por lo que iba a ser un secreto.
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Mensaje por Artemisa Coman Slytherin Mar Ago 20, 2013 10:08 am

Aquel era otro día mas que me había pasado metida en mi despacho. No había tenido ninguna reunión fuera y quien tuviera algo que decir había venido personalmente a verme, acompañado por carpetas y dossieres que empezaban a amontonarse sobre mi escritorio. Ya era tarde y no esperaba que fuera a aparecer nadie más. También había recibido numerosas llamadas telefónicas pero ya le había dicho a mi secretario que no me pasara ninguna más hasta el día siguiente.

Tenía ya las piernas doloridas de estar tanto tiempo sentada aunque leyendo tantos papeles como había en mi mesa había perdido la noción del tiempo y ya no me acordaba de cuando llevaba a allí. Me había puesto las gafas de leer y aún así ya me dolía la cabeza. Estaba deseando poder llegar a casa, ver a los niños y relajarme un rato junto a Mike. Pero eso sería después de todo el trabajo que tenía que hacer.

Me sobresalte cuando una voz resonó en la habitación, levanté la vista rápidamente mientras se me caía el dossier que estaba leyendo al suelo. No esperaba a nadie y menos sin llamar pero me encontré con Mike cerca de la puerta diciendo que iba a tener que sacarme de allí. Fruncí el ceño y miré el reloj, pensaba que ya me había quedado mas de mi hora pero al mirar las agujas me di cuenta de que no, aunque no quedaba mucho - todavía no me he quedado más de la cuenta - me quité las gafas dejándolas sobre la mesa y me froté los ojos, empezaba a ver borroso después de tanto forzar los ojos.

Aparté la silla y recogí el dossier del suelo mientras mi marido se acercaba y me daba un beso. - podías llamar a la puerta, me has dado un susto de muerte - protesté aunque una sonrisa manchada por el cansancio apareció en mis labios. Volver a acostumbrarme al ritmo que tenía antes del embarazo me estaba costando un poco.
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Mensaje por Mike Coman Mar Ago 20, 2013 10:30 am

No pude evitar reírme cuando vi que se pegó un susto ante mi llegada y hasta el dosier que tenía entre manos se acabó cayendo al suelo. Escuché su comentario de que aun no se había quedado más de la cuenta - bien dicho, aun – dije son una sonrisa, pero esperando a que eso nunca llegase a pasar, era algo egoísta en esos casos y siempre prefería tenerla solo para mi y no compartirla con nadie, pero respectaba las horas de trabajo y el momento de familia, pero quizás sea por eso pro el cual más ganas tengo de tenerla solo para mi.

Después de dar ese beso me senté en una de las dos sillas que había en frente de su escritorio y escuché su queja – cielo... deberías de saber que no soy normal – dije mientras me reía de mi mismo prácticamente. Noté por sus gestos que estaba agotada, la verdad es que me preocupe un poco, nunca me gustaba que se agotara, o hiciera sobre esfuerzo o algo, porque la quería mucho y siempre la quería ver bien - ¿estás cansada? - pregunté con preocupación y con cierta tontería, ya que era evidente.

Creo que ella seguramente le gustaría saber que era lo que hacía allí, o al menos no era muy común que apareciera por su despacho ni aunque acabara mi jornada como auror y ella acabara la suya, normalmente nos solíamos encontrar directamente en casa – acababa de tener una reunión con Yunna y como sabía que en poco acabarías decidí venirte a recoger – miré mis manos con las que estaba jugando mutuamente con movimientos raros, era casi como un tic, pero solo aparecía cuando no hacía nada.
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Mensaje por Artemisa Coman Slytherin Mar Ago 20, 2013 10:58 am

Reí con él cuando dijo que no era normal, no desde luego que no lo era. Se sentó en una de las sillas situadas enfrente de mi escritorio. Aparté un montón de carpetas para poder verle - esta todo un poco desordenado... - un poco podía considerarse un mucho viendo como tenía la mesa. Había de toso, plumas, bolis muggles, folios, pergaminos, carpetas, clips post-its y hasta una taza de café.

Apoyé los brazos en la mesa acercando la silla a ella - solo un poco - le respondí quitándole importancia, pero solo con verme la cara se veía que aquel día había sido uno de los muchos llenos de cosas por hacer en mi vida.

Me levanté de mi silla con las piernas algo adormecidas pero di la vuelta a la mesa y me senté sobre las piernas de Mike. Aún estábamos en el trabajo pero ya era casi la hora de irnos a casa y además no había nadie más en mi despacho- dime.. ¿por qué me hice ministra? - pregunté bromeando un poco, en el fondo no lo llevaba tan mal pero me gustaba quejarme de vez en cuando.

- ha pasado algo? - pregunté cuando dijo que acaba de tener una reunión y por eso le dio por venirme a recoger. Siempre nos encontrábamos ya en casa aunque algunos días alguno saliera antes que él otro.
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Mensaje por Mike Coman Mar Ago 20, 2013 11:22 am

Vi como intentaba ordenar un podo las cosas, moviendo las cosas y dejando a ver aun mas el desorden de toda la mesa, no pude evitar reírme interiormente ante esas vistas – tu y el orden cielo... como que no sois muy amigos – Se acercó a la mesa apoyando primero los brazos en ella para luego estirar la silla detrás, dijo que solo tenía un poco de cansancio, pero se podía saber de sobra que ese poco era un bastante – cuando lleguemos a casa te merecerás un buen descanso cuando consigamos dormir a los peques – por suerte la faceta de Daniel y Katherine de despertarse a mitades de la noche ya había acabado, y como mucho se solían despertar una vez, máximo dos por la noche, pero bastaba con darles el chupete, acariciarles un poco y enseguida se quedaban de nuevo dormidos.

Se levantó de la silla para dar la vuelta a la mesa, venir hacia mi y sentarse sobre mis piernas. Encantado la rodeé con mis brazos y acaricié suavemente su cuerpo, me gustaba tenerla cerca por lo que no pude evitar una sonrisa y besar de nuevo sus dulces labios. Escuché su pregunta con cierta broma al cual reí suavemente – te has echo ministra para no ser una aburrida ama de casa que se amarga – al cual actualmente era difícil encontrar con mujeres así, ya que aunque aun hubiera un poco de discriminación hacia ellas en algunos piases al menos en inglaterra tienen los mismos derechos que los hombres. Pero me hacia gracia imaginarme una Artemisa estresada siendo ama de casa.

Preguntó si paso algo, tardé un poco en reaccionar y decidir si contárselo o no, hasta que finalmente pensé que lo tendría que saber igualmente – Yunna fue a París e investigó un caso que solo sabía ella. Su primo le contó que vio a un par de mortifagos buscando entre los campos y desenterrando algunas tumbas en cementerios, ella fue después de la separación de Ted, pero no vio nada. Pero un día fue a visitar a su madre en el cementerio ya que falleció hace muchos años y se encontró con dos mortifagos escavando, no pudo escuchar ninguna conversación y estos debatieron un duelo contra ella y consiguieron escapar – hice una pausa – cuando volvió busco sobre casos de desentierro de tumbas, mejor dicho, sobre que se encontraron desenterradas sin ser previsto ni echo a propósito, y más sospecha tiene que los mortifagos traman algo después del ataque de Salem, no sabemos lo que buscan, no tenemos pista de nada, pero sabemos que algo están buscando y está enterrado en una tumba – mientras lo contaba tenía la mirada perdida en la nada, por lo que levanté mi vista para mirar su reacción y ver como interpretaba esa noticia. Pero en un momento dado me acordé del mapa, el mapa que teníamos cuando eramos tan solo miembros del ED - ¿el... el mapa... no estará escondido de por ali no? - pregunté, solo me bastaba con un no o un sí, más no necesitaba, solo ella sabía donde estaba y tampoco podíamos decir que el despacho estuviera libre de espías...
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Mensaje por Artemisa Coman Slytherin Jue Ago 22, 2013 7:58 am

Cuando me senté sobre él me rodeó con sus brazos para después darme un pequeño beso en los labios. Reí al escuchar su respuesta y luego me incorporé un poco aun sentada sobre él para mirarlo a los ojos - para eso y para poder mandar sobre ti - bromeé sin poder evitar una carcajada. Como Ministra por lo menos en todo lo que se refería a su trabajo para el ministerio yo era su jefa, por supuesto siendo Ministra era una jefa más que responsable y que tampoco tenía tiempo para andarse con tonterías pero como Artemisa Slytherin simplemente me gustaba recordárselo de vez en cuando aunque solo fuera para picarlo.

Estuvo un momento en silencio hasta que empezó a contarme lo que había ocurrido en su reunión con Yunna. Por lo visto esta había estado relatándole una serie de hechos que había vivido en su periodo de vacaciones y que estaban entrelazados directamente con los mortifagos. Por lo visto se había topado con ellos en un cementerio parisino y estaban desenterrando algunas de las tumbas allí establecidas. - por eso estarían en Salem - lo que aún me parecía una tremenda casualidad es que Camille Herondale me hubiera citado justo allí el mismo día y en el mismo momento que los mortifagos acudían al cementerio de Salem y luego no aparecía. No creía demasiado en las casualidad y no estaba del todo segura de si la reina de las hadas lo había hecho para que cayera en un trampa o para que supiera lo que ocurría. las hadas no mentían pero tampoco decían siempre toda la verdad y eso era lo más peligroso de ellas.

Mike preguntó por el mapa, el mapa por el que mi madre había dado la vida y el cual había legado en mi. Se había demostrado que los mortifagos estaban dispuestos a mucho por ese mapa y como mi madre había estado dispuesta a morir por él... lo había enterrado con ella. Palidecí en el momento que ese pensamiento cruzó por mi mente y cogí una hoja de papel y una pluma mientras decía: - por supuesto que no, sería muy fácil y menos aún en París, si es lo que buscan están equivocados - al mismo tiempo que escribía en la hoja de papel que había cogido "Si" y se la enseñaba a Mike para después romperla en trocitos y levantarme para tirarlos a un cubo de basura mágico que iba directo a una incineradora. Perfecto para el exceso de papeleo de una Ministra. Mi antiguo secretario ya había demostrado ser un mortifago no sabíamos que más podrían tener para espiar en el ministerio, nunca había sido un lugar seguro para las conversaciones secretas, a veces estaba segura de que las paredes tenían oidos, literalmente.
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Mensaje por Mike Coman Jue Ago 22, 2013 8:29 am

Parecía ser por su comentario que le gustaba mandar sobre mi, mientras ella reía a carcajada yo me quedé sorprendido por su recordatorio hasta que decidí tomar la parte buena de la situación. La acerqué más de mi de un solo tiro gracias a que tenía mis brazos alrededor de ella, la puse teniendo nuestros cuerpos juntos y nuestros rostros a poca distancia – con que mandar sobre mi... entonces ¿cual es el siguiente encargo que debo de hacer? - pregunté con una sonrisa pícara sabiendo perfectamente que esto era un juego, algo bueno tenía que tener nuestros trabajos mezclado con una pizca de intimidad... Ya que esto no lo hacíamos ni locos en público.

Escuchó mi relato sin interrumpir en ningún momento, hizo un comentario al cual asistí levemente con la cabeza. Los mortífgos nunca se podían quedar quietos, menos mal que los aurores que estamos este año somos buenos y reaccionamos rápidamente ante un ataque y de buena forma ya que si no lo hiciéramos, la sociedad estaría en terror, que ya lo está, pero estarían completamente enloquecidos y no habría quien para tranquilizarles. Di un leve suspiro para despertarme de mis pensamientos y centrar mi mirada de nuevo en Artemisa, que en esos momentos donde mi cabeza estaba ausente miraba el techo. Pero vi en Artemisa también una mirada que indicaba que estaba perdida en sus pensamientos. Me sorprendí un poco ¿sabrá ella algo de todo esto? No le podía leer la mente ya que no tengo esa habilidad, pero decidí preguntárselo - ¿tienes algo en mente cielo? - pregunté con cariño porque así estaba acostumbrado hablar con ella cuando estamos en momentos íntimos. Acaricié suavemente su espalda con la mano que tenía pasando detrás de ella.

Por un momento su piel se puso blanca, creo que le había dado en el clavo en esos momentos. Cogió una hoja de papel y una pluma mientras que me respondía a la pregunta oralmente, por lo que decía y por haber cogido antes la hoja y la pluma pude deducir que lo que decía era completamente mentira para espantar a posibles espías de la sala. Lo único malo era que el ruido de coger el papel, y el de escribir se podía escuchar si había algún grabador – cierto, a París nunca has ido, y Salem poco encontraran, pero es raro igual que les haya dado por cementerios – reí suavemente – bah, perdida de tiempo, al menos tendremos a los mortifagos entretenidos – perfecto, eso ya sonaba más convincente. Me mostró el papel, lo rompió y se levantó para tirarlo a la basura - ¿facturas innecesarias? - pregunté para intentar disimular, si había grabadores habrán escuchado el ruido del papel y podrían deducir que lo que decíamos era mentira.

Antes de que tuviera tiempo a girarse y volver hacia mi decidí hacer alguna de las mías al ver que quedaban media hora para que ella ya no tuviera obligación de quedarse. Me levanté de la silla y en el momento en que se giraba la empujé rápidamente apoyándola finalmente contra la mesa, me acerqué a ella tanto que pude apoyar mis manos en la mesa y así tenerla a ella atrapada entre la mesa y yo. Me acerqué hasta su rostro hasta dejar unos cinco centímetros de distancia entre los dos - ¿puedo aprovechar esa media hora que aun te queda? - pregunté con una sonrisa entre los labios, pero antes de que ella tuviera oportunidad de responderme me acerqué a estos y los rocé suavemente con los míos, solo un roce para luego separarme un poco de ella y dejar que ella decidiera si quería que me fuera o me quedara.
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Mensaje por Artemisa Coman Slytherin Jue Ago 22, 2013 10:23 am

Reí cerca de sus labios cuando tiró de mi después de que le picara con que ahora mandaba sobre él al ser ministra. Desde luego eso no interferiría nunca en nuestra vida laboral pero cuando estábamos así, nuestros trabajos eran solo una carta más de nuestros juegos. Bromeábamos con ellos como ahora o más bien muchas veces preferíamos olvidarlos y volver a ser Mike y Arte, los dos jóvenes enamorados. - tengo que pensarlo aún - respondí divertida para luego recortar la distancia existente entre nuestros labios y besarlo

Me siguió el juego, como si no hubiera escrito justo lo contrario en un trozo de papel, si había alguien escuchando ya sea por artilugios mágicos, muggles o su propio oído solo se enteraría de que el mapa no estaba en ningún cementerio y ni en París ni en Salem, pero ahora que lo pensaba... si los mortifagos buscaran el mapa por una tumba, sabiendo que yo lo había escondido empezarían por la de mi madre... por eso lo había escondido allí precisamente era un lugar tan obvio que nadie se esperaría que algo tan valioso estuviera allí y no en una cámara de máxima seguridad en Gringotts. Quizás no fuera el mapa lo que buscaban pero nunca estaba de más ser precavido.- Facturas y de todo, aqui hay muchos papeles innecesarios - le respondí quejándome como hubiera hecho en cualquier otro momento, el único problema es que nos estuvieran vigilando visualmente.

Cuando me levanté antes de que me diera tiempo a regresar al lugar donde estaba Mike se levantó también, acudiendo rápidamente hacía mi para atraparme entre mi escritorio y su cuerpo. Me quedé por un momento sorprendida, mirandolo a los ojos hasta que hizo aquella pregunta - podemos - respondí sonriendo. Tomé un pequeño impulso para sentarme sobre la madera de la mesa y rodeé su cuello con mis brazos mientras que apretaba la piernas a cada uno de sus lados y poder pegarlo mas a mi. Durante todo eso el simplemente dio un breve roce con mis labios. Mantuve mi frente pegada a la suya durante unos segundos - a estas horas ya te necesitaba de verdad - le reconocí para después besarlo intensanmente. Después de un largo día de trabajo era lo mejor que podía hacer, besarlo y olvidarme de todos los problemas que tenía como Ministra de magia.
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Mensaje por Mike Coman Jue Ago 22, 2013 10:56 am

Finalmente mi siguiente deber se lo tenía que pensar aun mejor, sonreí a ello, no se estaba mal poder bromear de vez en cuando y poder estar así de cómodos ahora mismo. Al final ella hizo el último comentario de la situación de los mortífagos y dejamos pasar el tema, aquí no era muy fiable hablar, mucho menos de cosas serias, por lo que preferiblemente si teníamos que comentar algo más lo haré directamente en casa que está completamente segura y  libre de espías.

Pareció sorprenderse se mi rápida acción mirándome a los ojos, esa mirada que tanto me encantaba... tan azules que a veces llegaban a hipnotizarme completamente, esos ojos que me gustaba ver cada mañana y cada noche, disfrutar de verlos brillar de alegría bajo toda la sabiduría y seriedad que tenía su portadora. Me resultaba increíble ver como ella había crecido, ya no era una niña, para nada, ahora era ministra, madre y mi esposa, era una mujer adulta con todos sus objetivos en mente, podía hacer alguna tontería, pero en el momento de estar sería lo era de pleno, aunque aun tiene esos momentos de niña mimada o de graciosa que le salía en los momentos oportunos. A mi me encantaba como era, sabía como ser en cada momento. Ella tomó un impulso para sentarse encima de la mesa mientras rodeaba mi cuello con sus brazos y apretaba mis piernas con los suyas a cada uno de mis lados haciendo que no tuviera otro remedio que pegarme más a ella, y ni que eso no fuera contra mi voluntad... La rodeé con mis brazos impidiendo que nos separásemos, no quería separarme de ella quería sentirla cerca, era lo que me hacía falta. Después de ese pequeño roce escuché su comentario al cual no pude evitar sonreír y responder con ganas al beso intenso que le acompañaba. Al tener que separarnos por falta de aire a regañadientes apoyé mi frente contra la suya como ella lo había echo momentos antes – te amo Artemisa, te amo con locura, ganas y deseo – antes de dejar oportunidad para que ella digiera algo uní nuestros labios a un segundo beso intenso que no iba a ser interrumpido  hasta que no nos quedase más oxígeno de nuevo, pero alguien abrió la puerta.

Al escuchar como la puerta del despacho se abrió recordé completamente donde estaba y me separé de ella con desgana pero rápidamente evitando a que pudiera hacerla daño, per era un momento un tanto inquietante, creo que para los tres, tanto a nosotros dos por ser pillados en hora de trabajo así y como para el secretario pro haber interrumpido. Podía ser agradable sentir sus besos ahora, hasta tentador de provocar algo más, pero no era lo más adecuado, mucho menos si estábamos tan expuestos a la interrupción, pero claro estaba, ahora mismo éramos pillados, solo esperase que el secretario guardara silencio. Con el rojo en las mejillas me separé para sentarme de nuevo en la silla donde hacía unos minutos estaba sentado, me sentía algo avergonzado por todo eso.

- ¿Señora ministra? - preguntó el secretario con cierta vergüenza – necesito que firme unos papeles – se adentró al despacho dejando la puerta abierta y se fue a la mesa para dejar los papeles en la mesa y esperar a que ella los firmara – son urgentes - parecía evitar mirarnos directamente a los ojos, cosa que agradecí.

Di un leve suspiro que al parecer al secretario le inquieto un poco.

- Lo siento mucho – se disculpó el secretario.

- Tranquilo, ha sido nuestro error – dije simplemente sin llegar a mirarle aun avergonzado de que nos pillara. Pero era la verdad, había sido nuestro fallo.
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Mensaje por Artemisa Coman Slytherin Sáb Ago 24, 2013 10:17 am

Me estrechó entre sus brazos evitando así cualquier posible separación aunque lo quisiera, cosa que desde luego no era el caso. Por primera vez en el largo día me sentí completamente tranquila y deseaba poder frenar las manecillas del reloj y quedarnos en aquel momento durante mucho más tiempo. Adoraba poder sentirlo así de cerca y nunca me llegaba a cansar de aquella sensación.

Cuando nos separamos para coger algo de aire, nuestros apenas se distanciaron unos centímetros. Mike apoyó su frente contra la mía, ambos con la respiración más que agitada. Sonreí al escuchar sus palabras pero antes de que me diera tiempo a decirle nada el volvió a besarme con la misma intesidad que yo al principio. Respondí a su beso perdiendome en el completamente y saboreando esos labios que había hechado de menos durante todo el día. Solté un pequeño suspiro cuando nos separamos pero en vez de responderle directamente a lo que había dicho, le di un beso justo al lado de los labios y fui bajando con tranquilidad y lentitud hasta la base de su cuello, dejando un pequeño rastro de cortos besos - yo también te amo, te amo, te amo y te amo muchísimo mi amor - le respondí con los ojos cerrados en apenas un susurro contra su cuello entre beso y beso que le daba.

Entonces volví a buscar sus labios, deseosa de encontrarlos y fue cuando la puerta se abrió. Abrir los ojos de repente solo por el ruido que había hecho y yo que estaba de frente a ella pude ver a mi secretario, Louis, parado con la mano aún en el pomo de esta. Se había puesto colorado en un momento.

Mike se apartó de mi. Por un momento pensé en toda la clase de hechizos que podía lanzarle a Louis por interrumpirnos pero luego me acordé de donde nos encontrábamos y de que el pobre chico solo estaba haciendo su trabajo. Mejor de que le me hubiera gustado en esos momento pero era un gran trabajador e incluso controlaba mucho mejor todo que mi antiguo secretario. Quizás por que el no estuviera espiándome en secreto y planeando mil y una manera de quitarme de en medio.

Me bajé de la mes ay cogí los papeles, fui leyéndolos mientras daba la vuelta al escritorio y regresaba a sentarme en mi asiento - ¿Otra vez? - protesté mientras volvía a leerlos por encima - puedes decirle a James que no necesita mi permiso incluso para coger un misera pluma y escribirme si puede - portesté molesta desde luego no era para eso, pero los papeles que tenia para firmar eran exasperantemente parecidos a unos que había formado dias atras para el mismo jefe

-señora esta segu...?

-por supuesto que no Louis - rodé los ojos, cogí mi pluma, la mojé en tinta y firma los papeles que luego le extendí al secretario - quedan nada para que acabes tu turno, hoy puedes salir antes si quieres, pero no te acostumbres - la verdad es que le había cogido cierto cariño a Louis, no era mucho más joven que yo y resultaba bastante parecido a mi, solo que mil veces más organizado por lo que adoraba que hiciera su trabajo y además me mantuviera a tiempo durante el día en todas las actividades que había previstas en mi agenda, era casi una bendición y mi bendición a veces se merecía un descanso y yo que no volviera a interrumpir.

- gracias Señora Ministra...

-Artemisa - le corregí ya había perdido la cuenta de por cual vez, pero a veces detestaba que fuera tan correcto respecto a como llamarme, prefería mi nombre a "Señora Ministra" desde cuando era una vieja? apenas le sacaría tres o cuatro años a Louis como para que me llamara así. - Y Loius...-lo interrumpí mientras ya se marchaba. Por un momento lo miré seriamente, para que supiera que no bromeaba lo más mínimo - ni una palabra de lo que has visto

- si se...Artemisa - se corrigió en el último momento y salió de mi despacho cerrando la puerta tras de sí. Lo último que nos faltaba era gente hablando del que el Director de San Mungo y la Ministra habían sido pillado liándose en el despacho de esta. No daba buena imagen precisamente.

Me levanté y crucé la habitación para asegurarme de que la puerta estaba bien cerrada y luego corrí un pequeño cerrojo que había en la parte superior, no sabía muy bien para qué pero ahí me lo había encontrado cuando asumí el cargo. Apoyé la espalda en la puerta, mirando hacía Mike - Lo siento
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Mensaje por Mike Coman Sáb Ago 24, 2013 10:54 am

Parecía que cada vez nos deseábamos más, cada día que pasaba el sentimiento que sentíamos mutuamente no se hacía más pequeño, sino más grande. Me acordaba perfectamente de los momentos en cuando éramos unos estudiantes en Hogwarts, sí, la deseaba, quería momentos íntimos con ella, pero ahora, siendo los momentos íntimos tan pocos hacían simplemente que mis ganas de estar con ella aunque fueran tranquilas, una noche bonita o cualquier cosa; se hicieran más mortales para mi, y si, mortales, porque por dentro me estaba muriendo de amor. Sentó sus besos que se deslizaban poco a poco a mi cuello, por primera vez no se me cortaba la respiración a ese tacto, no se me cortaba porque ya se me había cortado antes estando tan pegado a ella. Alcé un poco la cabeza dejando espacio, indicando con ese movimiento también que me gustaba, me encantaba sentir sus besos, fuera el lugar que fuera, solo sus besos me daban una sensación placentera, alegre, bonita y hacían que me viciara a ellos a cada beso que me daba.

Por unos momentos Artemisa parecía estar verdaderamente furiosa, tanto que hasta a mi me comenzaba a dar algo de miedo, pero de un momento a otro su rostro cambio a uno un poco más suave. Supongo que se habrá dado cuenta de que quien era la culpa era nuestra, no la de él. Se bajó de la mesa y cogió los papeles para leerlos mientras se ponía detrás de su escritorio. No sé de que estaban hablando, pero era algo claramente del ministerio, pero me sorprendió al o que se refería con “coger una misera pluma” era algo raro - ¿misera pluma? - murmuré para mi mismo haciendo mis pensamientos en voz alta. Escuché la conversación entre Artemisa y Louis hasta que no pude evitar reírme cuando Louis la llamó señora Ministra. Me hacía mucha gracia ya que sabía que a Artemisa no le gustaba, le hacía sentir vieja y eso que era completamente lo contrario por muy señora que la llamasen. Artemisa lle corrigió diciendo directamente que la llamase por su nombre, supongo que ya con tanto trabajo juntos ya tenían la suficiente confianza para llamarse por su nombre, algo que era completamente normal. Me quedé pensando, yo la verdad es que a la mía era incapaz de llamarla por su nombre, más que nada porque era una mujer ya muy mayor, de unos cincuenta años, pero que ya era secretaria de cuando Ariana era directora, por lo que ya conocía a perfección su trabajo y ya que aun quería trabajar como secretaria la dejé su puesto, además que para muchos sanadores era como una madre en el hospital y era algo que se apreciaba mucho.

Cuando el secretario se quiso ir aceptando poder salir hoy más pronto de lo normal me sorprendí mucho cuando Artemisa le advirtió que de lo que sucedió antes no comentara nada. El secretaria afirmó y se fue cerrando la puerta tras si. No pude evitar reírme ligeramente por la situación, tenía cierta gracia que era inevitable reírme – Artemisa reconoce que fue nuestro error – aunque fuera nuestro error la verdad es que sería un gran notición para el país si se enteran de que la Ministra y el director de San Mungo y a su vez jefe de aurores fueron pillados en escena íntima en el despacho de la Ministra... a saber si la sociedad pensaría que esa no era la primera vez, aunque la verdad sí que lo era, ya que en otras ocasiones no estábamos solos o mucho menos era final de turno. Artemisa cerró la puerta con un pestillo que había – las disculpas las tengo que poner yo, si no hubiera venido no habría pasado - miré hacia la puerta y decidí sacar una broma - ¿qué lo tienes para cuando vengan tus amantes a visitarte? - pregunté con broma y una risa detrás, ya que sabía que ella no tenía amantes, mucho menos sabiendo como nos llegamos a poner si discutimos y nos separamos unos días.

Me levanté de la silla pero con algo de desgana, pero en vez de dirigirme hacia la puerta donde estaba Artemisa me dirigí a una estantería que había varios libros, leyes, derechos, normas y demás cosas que una Ministra podía quizás necesitar muy a menudo. Miré con atención los títulos de los libros en los lomos de estos. Por suerte en mi despacho no tengo tantos libros, ni me hacen gran falta ya que no tengo mucho que ver con todo esto – a veces me sorprendo de como haces tu trabajo, aguanto como director de San Mungo y jefe de aurores y eso ya es un milagro, y tu aquí gobernando un país entero, es sorprendente – nunca lo había dicho pero la verdad era que siempre opinaba eso, para mi no había mejor ministros que lo que era ella. Y no solo eso, sino luego en casa es una madre sensacional, y una esposa de envidia. Sonreí tontamente al pensar lo que ella es para mi, lo que es para nuestros hijos – ministra, madre y esposa, al parecer te gustan los trabajos difíciles – comenté con una suave sonrisa mientras por primera vez dirigí mi mirada hacia ella.
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Mensaje por Artemisa Coman Slytherin Sáb Ago 24, 2013 11:52 am

- Es una forma de hablar - respondí sin levantar la vista de los papeles que tenía que firmar al oír la pregunta de Mike. Le lancé un mirada molesta cuando se empezó a reir por que Louis me había llamado señora. No podía reirme yo también o podía cargarme la seguridad en si mismo del pobre chico que ni llevaba un año trabajando en su puesto.

-lo se...-resoplé - pero incluso a los lideres se les debería permitir cometer..."errores" de vez en cuando - remarqué la palabra errores como que no estaba demasiado de acuerdo con usarla. Apenas quedaban unos minutos para que terminase mi horario y estábamos los dos solos. Por mucho que nos hubiera pillado Louis no me arrepentía de haber estado en ese momento de intimidad con él, aunque fuera en el trabajo. Rodé los ojos al oir por donde continuaba - si no hubieras venido ahora mismo me estaría volviendo loca en esa montaña de papeles - señalé con la cabeza mi escritorio - y el pobre Louis hubiera tenido que lidiar con mi mal humor cuando hubiera entrado - reí. El pobre ya se había llevado más de una contestación borde de mi parte en los momentos en los que estaba saturada, aunque luego me disculpaba y sabía que el no tenía la culpa de todo lo que tenía por hacer, si no contrario que me ayudaba a hacerlo con mayor eficacia.

Reí cuando habló de amantes - creo que lo puso el anterior ministro... quien sabe, quizás si que fuera para eso - comenté divertida - e incluso comprendería al pobre hombre, el solo estaba casado con su trabajo, y doy fe de que es un trabajo muy frustrante - dije en tono exasperado pero finalmente sonriendo. Estaba de buen humor desde que Mike había aparecido en la puerta del despacho y eso no me había podido quitar nada por ahora.

Lo observé mientras miraba los libros de la estantería aunque no mostraba tanta atención a lo que hacía como a él mismo. No pude evitar sonreír mientras el pensamiento de que solo yo lo tenía como quería cruzó por mi cabeza. Era atractivo eso no habría quien pudiera negarlo. Y bien sabía yo que había tenido unas cuantas detrás. Pero había tenido mucha suerte y me había elegido a mi para estar conmigo y no podía menos que estar feliz por ello. La cosa era sencilla - pensé mientras seguía observandolo - estaba loca por él y era algo que no cambiaría. - Bueno tu llevas el hospital más importante del país y la mayor seguridad, sin ti controando eso ni siquiera tendría país que dirigir.

Puse cara de "que le vamos a hacer" cuando dijo que me gustaban los trabajo difíciles pero luego sonreí de lado y me acerqué a que lentamente. Le cogí de la corbata y tiré suavemente como para que se girara hacia mí - y por eso a veces necesito alguien que me mantenga los pies en la tierra y consiga relajar después de un largo día como madre y Ministra - Lo cogí del nudo de la corbata, sonriendo divertida, para tirar de él y acercarlo a mi lo suficiente para poder besarlo en los labios
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Mensaje por Mike Coman Sáb Ago 24, 2013 12:28 pm

Artemisa respondió a mi pregunta cuando en realidad era un pensamiento en voz alta. Ladeé la cabeza de un lado a otro mientras esperaba a que ellos acabaran mientras me sometía a mis propios pensamientos.

Afirmó que sabía que el error era nuestro, pero dijo que nosotros también nos podíamos permitir nuestros errores – cierto – en eso le tuve que dar la razón, al fin y al cabo todos somos humanos y nos merecemos meter la pata un poco en algún asunto, aunque... sentir sus labios sobre los míos en esos momentos era lo mejor que podía tener. Con mis yemas de mis dedos acaricié suavemente mi propio labio cerrando los ojos e imaginándome esa sensación. A veces cuando estaba solo y tenía ganas de verla lo solía hacer y me calmaba un poco esa sensación y comenzaba a sonreír como un tonto al imaginármelo. Escuché lo que tuvo que decir de haber venido, no pude evitar reírme cuando escuché que sería el secretario quien tenía que aguantarla de mal humor... la verdad es que se hacía insoportable de mal humor, yo por suerte no la solía ver muy a menudo, pero este trabajo debía de ser un estrés puro y duro – vaya, pobre chico, con lo majo que es... - dije con cierto tono de pena que acompañaba las palabras.

La broma de los amantes se lo tomo bien, pero le quitó el protagonismo de ella y se lo puso al ex-ministro. En ese momento imagen perversas venían en mi mente – no.... dios... - dije mientras yo mismo intentaba quitarme esas imágenes de la mente - ¡Artemisa tenías que haberte callado! - dije mientras aun me asqueaba yo mismo de mi imaginación pero sin poder evitar reírme ante la situación.

Sonreí cuando ella dijo que sin la seguridad que doy junto a los aurores no habría país que dirigir – ese trabajo lo podría hacer cualquiera de buena forma – cosa que era en mi opinión. Veía mis trabajos como algo simple, algo que cualquiera podría dirigir, en cambio el trabajo de Artemisa parecía tener mucha importancia y delicadeza, por lo que no cualquiera podía ocupar su puesto.

Se acercó a mi lentamente con una sonrisa de lado, pero no me esperé para nada la acción que iba a hacer después. Me cogió por la corbata y tiró suavemente de mi para girarme hacia ella. Escuché sus palabras antes de notar como cogía desde el nudo de la corbata y con una sonrisa divertida me acercó a ella para unir nuestros labios en un roce que respondí más que encantado. Cuando nos tuvimos que separar a regañadientes me llevé un poco su labio inferior dando un simple pellizco con mis dientes antes de separarnos un poco más – creo que me tendré que poner más a menudo corbata – dije con la voz agitada y una sonrisa divertida en los labios, me gustaba lo que acababa de hacer, y eso era un peligro...

Acorté nuestra distancia a escasos centímetros, rodeé su cuerpo con mis brazos acariciándola suavemente mientras una de mismanos se colocó por debajo de su camiseta paseando a bases de caricias por su espalda desnuda, ahora que el pestillo estaba puesto no tenía miedo que entrara alguien de golpe. Nuestros labios se unieron una vez más a un intenso beso, pero a este tener que ser interrumpido por falta de oxigeno decidí hacer lo mismo que ella hace unos instantes. Comencé a dar simples besos haciéndome paso hacia su cuello para allí besarle y dar mordiscos suaves, incluso cayeron algunos besos detrás de su oreja donde sabía que allí era más sensible que en cualquier otro lugar del cuerpo. Me dirigí un poco con los besos hacia su pecho pero no aguantaba tanto el deseo de sentir sus labios que no tardé mucho en volver a hacer camino hacia sus labios y besarla pero esta vez con un simple beso – me vuelves loco Artemisa, loco – dije mientras la miraba a esos ojos azules que no me cansaría jamas de ver.
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Mensaje por Artemisa Coman Slytherin Dom Ago 25, 2013 8:24 am

Empecé a reirme después de ver su reacción al decir que quien hubiera llevado amantes a ese despacho no era yo en todo caso si no el anterior ministro. - vamos...- comenté con una sonrisa burlona - ni que hiciera nada que tu no hayas hecho - le saqué la lengua antes de echarme a reír. Me hacían falta mas finales de jornada como aquello, momentos de tranquilidad y simplemente reirse con una de las personas que más quería del mundo.

-Bueno... no puedo decir lo mismo de ser ministra, hay que tener un poco de mente fría, a veces tomar decisiones que no son fáciles. He aprendido que la mejor forma de llevarlo es como un juego, un juego de estrategia y poder, hay que saber que decir, cuando y sobretodo a quien para obtener resultados, tener paciencia y saber elegir lo momentos adecuados. Llevar la delantera a los demás. A veces pienso en el Wizengamot como en una jauría de lobos hambrientos no puedes mostrarte débil ante ellos, o los dominas o te comen. Y no estoy dispuesta a que me coman. - Pensaba mucho en eso a lo largo de los días. En tiempos de paz ser ministra era un chollazo, papeles, reuniones y todo el mundo feliz. En tiempos de guerra las cosas cambiaban. No solo teníamos al los mortifagos, el enemigo, fuero si no que entre nosotros también nos atacábamos unos a otro, era imposible conseguir la unidad.

Durante un momento me rodeo con sus brazos mientras volviamos a besarnos con intensidad. Rodeé su cuello con los brazos para luego sentir como pasaba su mano por debajo de mi blusa y acariciaba mi espalda desnuda. Se separó de mis labios para hacer lo mismo que yo y dedicarse a besarme en el cuello y hasta el pecho. Cerré los ojos enredado una de mis manos en su cabello - loca me vuelves tu ahora mismo cielo - respondí con voz entrecortada. No dejaba de soltar suspiro causados por el placer que sentí al tenerlo así de cerca.

Pero aquello no podía durar para siempre. EL pomo de la puerta de agitó pero al ver que no podía abrirse quien fuera que estuviera al otro lado empezó a aporrear la puerta.

-Ministra...Ministra es urgente, hay problemas, Artemisa...- insistieron con urgencia. Reconocí la vez, uno de los portavoces más importante del Wizengamot uno de los que por suerte estaba de mi parte.

Me obligué a separarme de Mike, pero no fui inmediatamente a abrir la puerta. Lo retrasé todo lo que pude tratando de recuperar la normalidad en la respiración y los latidos del corazón. Quité el pestillo y abrí la puerta. Allí estaba el anciano magistrado pero lo más sorprendente eran los dos aurores que estaban a su espaldas con las varitas en ristre y listas para atacar al primero que se les cruzara.

- ¿qué ocurre? - pregunté alertada

- Un nuevo ataque Señora, aquí mismo en Londres, cerca de una de las entradas al Ministerio, se cree que ahora mismo están intentado entrar. El Wizengamot esta reunido, esperandola...

-Nadie ha aparecido para avisarme

-dejamos el mensaje a su secretario pero acabo de ver que no esta, debió llegar después de que se marchara

Me giré un momento hacía Mike quien había podido oir perfectamente todo lo que el magistrado había dicho. Estaba preocupada, incluso asustada por la repentineidad de la noticia pero no pensaba dejarme acobardar. Era la Ministra y como tal tenía que ser valiente aunque por dentro siguiera sintiendo miedo. Ya no era la indefensa niña de hace poco tiempo atras, si había que luchar lucharia, o peor si tenía que vermelas con el Wizengamot me las vería

-¿Qué medidas se han tomado?

-Hemos enviado aurores, Señora, pero sin usted no podíamos hacer nada más

Pensé rápido querían entrar en el Ministerio, y yo no se lo permitiría. Aparté la vista de Simon, el magistrado y la dirigí completamente serena y segura a los dos aurores - hablad con el jefe de seguridad que cierre completamente el Ministerio, entrada públicas y privadas, que nadie entre o salga del edificio ¿entendido? - los dos asintieron y se dieron la vuelta hacia los ascensores que los llevarían a la planta adecuada. Me giré hacia Mike - tengo que bajar, el Wizengamot es el cerebro del ministerio y desde allí podremos planear cualquier defensa, como jefe de los aurores también deberías acudir con nosotros. - Sin esperar su aprobación o negación eché a andar hacia los ascensores. Llme a uno de los que estaban libres si mirar siquiera si Simon y Mike venían conmigo
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Mensaje por Mike Coman Dom Ago 25, 2013 9:19 am

La miré completamente sorprendido del comentario de Artemisa. ¿Nada de lo que yo ya no hubiera echo? Bueno... la verdad es que sí que hice muchas cosas... bastantes, sobretodo cuando no estaba con Artemisa después de la graduación antes de la reconciliación. Pero eso era cosa pasada, ahora tenía tres preciosos hijos que eran todos unos dulces aunque a veces podían llegar ser muy estresantes y una hermosa esposa que no me dejaría por nadie ni yo a ella.

Explicó como tenía que ser ella en su trabajo, pero no pude evitar echarme a reír cuando dijo que a veces pensaba en el Wizengamot como en una jauría de lobos hambrientos, eso me hizo bastante gracia por lo que la carcajada salió de mi como del alma. Para cerrar su comentario dijo que ella no estaba dispuesta a que la comiesen. La miré aun con una pequeña risa entre los labios – tranquila cielo, que yo no dejaré que te coman, no quiero quedarme sin esposa – dije mientras aún reía un poco.

Noté como su mano se deslizaba por mi cabello y enredo sus dedos con mi cabello, en ese momento gemí un poco contra su piel, me encantaba ese tacto, me gustaba cuando lo hacía. Escuché su comentario pero allí no dije nada. Mi respiración comenzaba a agitarse poco a poco, y yo simplemente la deseaba tener más cerca, por lo que cada movimiento ya lo hacía con muchas ganas y deseo.

Pero cualquier momento bonito tenía su final, ya sea acabando con lo más bonito o siendo interrumpidos, como la primera vez y esta. El pomo de la puerta fue agitado y las personas del otro lado comenzaron a aporrear la puerta violentamente, al poco se escucharon unas voces llamando a Artemisa. Artemisa se separó de mi, y yo la dejé con cierta desgana, quería más, no quería quedarme así... pero también estaba mal, en teoría era zona de trabajo y había que atender a los asuntos importantes. Artemisa se tomó su tiempo en quitar el pestillo y abrir la puerta, cuando la abrió se pudo ver a un magistrado de Wizengamot y dos aurores. Extrañado me acerqué a la puerta para enterarme de lo sucedido. Al parecer había un ataque de mortifagos cerca de la puerta del ministerio, esto no pintaba absolutamente nada bueno. En un momento Artemisa se giró hacia mi con la mirada llena de preocupación. Devolví la mirada pero no dije nada, aun tenía que asimilar lo ocurrido, sobretodo cuando hace menos de cinco minutos estaba deseando hacerlo con ella en el despacho mismo. Artemisa preguntó cuales eran las medidas que se habían tomado y el magistrado respondió que habían enviado aurores.

- ¿Cuantos aurores asistieron? - podría haber alguno de más, un acoplador o que faltara.

- Han venido los 15 que son -

Artemisa dio unas ordenes de seguridad a los dos aurores, ellos antes me miraron a mi y yo simplemente asistí con la cabeza y luego se fueron a cumplir esas ordenes. Se giró hacia mi y me dijo que tenía que bajar al Wizengamot, pero como yo era el jefe de aurores debería de acudir con ellos. Sin esperar respuesta ni nada comenzó a echar camino hacia uno de los ascensores y llamó al primero sin esperar a ver si el magistrado o yo estábamos detrás de ella. Al contrario el magistrado fue directo detrás de ella, yo me lo acabé por pensar un poco, ¿ir al Wizengamot para estar allí planeando y perderme toda la acción? Pero en parte, si tan solo éramos 15 aurores, no era como para enviar dos aurores en protección de todos, ellos tenían que proteger el Ministerio. Di un suspiro y decidí ir hacia el ascensor que Artemisa llamó que justo llegó cuando llegué al lado de ella y del magistrado. Entramos al ascensor y Artemisa impaciente apretó el boton para ir a la planta del Wizengamot. Al abrir las puertas ya nos podíamos encontrar con otros dos aurores. Artemisa se encaminó directa, el magistrado detrás de ella. Yo en cambio me paré a hablar con los aurores.

- ¿Zonas cubiertas? - pregunté directo.

- Todas las salidas y entradas – respondió uno.

- ¿Cuantos hay en servicio? - pregunté para acabar de afirmar.

- 15 aurores, 20 empleados de seguridad, cooperamos para cubrir todo - respondió el otro

Asistí con la cabeza.

- ¿Vosotros os encargáis de cubrir esta entrada? -

Los dos asistieron casi al mismo tiempo con el mismo movimiento a la vez. Sin nada más que preguntar me dirigí al Wizengamot y entré viendo a todos los magistrados con rostros de preocupaciones, coloqué mis manos detrás de mi espalda y me situé unos dos metros al costado detrás de Artemisa esperando a algún inicio, la que tenía el mando era ella.
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Mensaje por Artemisa Coman Slytherin Dom Ago 25, 2013 10:25 am

Rodé los ojos durante un instante - no es para reirse, y no hablo de comer literalmente, pero imagino que ya lo sabes - sabía mejor que nadie que Mike desde luego no era tonto. Estar al mando del ministerio implicaba muchas cosas y no exageraba ni un poco cuando comparaba a los magistrado con lobos. No me morderían de verdad pero mas de uno pararía hasta que dejarme completamente por los suelos, y quizás un poco más abajo. No era algo con lo que bromear.

Fruncí el ceño cuando los aurores miraron primero a Mike antes de cumplir mis ordenes. Sabía que no era culpa de él pero si les había dado una orden era para que la cumplieran, no para que primero le preguntaran a mi marido si me hacían caso o no. Hacerte oir era difícil, tener poder también, ser una mujer casas y con hijos lo complicaba aún más "maltidos convencionalismos" pensé para mi misma, pero igualmente no dije nada. Había cosas más importantes por delante que aquello, y de todos habían hecho lo que se les mandaba, distinto sería si Mike hubiera dicho que no.

El viaje en ascensor se me hizo larguísimo, ya de por si que llegara tarde iba a ser un problema en el tribunal, solo esperaba que las cosa estuviera lo bastante sería como para que no pensaran en ello. Crucé las puertas sin detenerme en ningún momento aunque me dí cuenta que Mike se quedaba algo rezagado. Cuando entré por supuesto los magistrados se gritaban unos a otros

-Buenas tardes Señores - elevé la voz para hacerme oír no me hizo falta mucho para atraer toda su atención

-Por fin - se quejó Hector, uno de los magristrado mas toca narices del tribunal, bien empezábamos - pensabamos que habíais sido la primera en abandonar el Ministerio

-Acaso querías ser tu? - le respondí automaticamente, si me echaba para atrás nadie me apoyaría - El ministerio ha sido cerrado - mi voz resonó en la habitación y yo misma me sorprendí de lo segura y fuerte que sonaba, pero desde luego no lo mostré, delante de los magistrado mi imagen era todo serenidad y entereza - Nadie puede salir pero tampoco entrar

-deberíamos evacuar el edificio - repuso de nuevo Hector "el portavoz oficial de los que estaban en mi contra" por lo que parecía

Me dieron ganar de volver a responderle borde, odiaba el tono en el que me hablaba como si no fuera suficiente para gobernar y el fuera a hacerlo mucho mejor.

-No podemos dejar todo los datos que tenemos a su merced, tendrían el control sobre toda Inglaterra y datos secretos de países aliados

-¿Y así es como piensas evitar que tomen el ministerio?- me miró de arriba abajo - mientras nosotros dabamos el primer aviso que hacía tu... ropa arrugada, labios hinchados, cabello despeinado y...-lanzó una mirada de soslayo a Mike - seguro que ni os enterasteis de que nos atacaban "ocupada" como estabas con tu marido - junto a él unos cuantos de sus seguidores se rieron, lo peor es que algunos de los que no lo eran se sumaron a sus risas.

Cerré los puños con fuerza, pensé en lo agradable que sería lanzarle un Cruccio allí en medio y que dejara de reirse de inmediato pero luego me di cuenta de que eso no ayudaba a nadie. Lo que tenía que hacer era ganarme el apoyo de los demás.

-lo dices por experiencia ¿no? - lo miré sin malicia ninguna - así es como encontrais entonces a vuestra esposa cuando llegáis a casa imagino - Hector enrojeció y las risas se hicieron más fuertes. Victoria.

Y ahora que lo había callado el Wizengamot me escucharía a mi. Era difícil de entender como iban los juegos de poder, muchas veces ni siquiera eras consciente de quien iba ganando, ni de quien estaba cerca de aplastarte. pero mientras que fuera del ministerio los aurores luchaban con magia a los mortifagos dentro los magistrados nos batíamos con palabras sobre cual sería nuestro destino. Y posiblemente la segunda batalla fuera más peligrosa. Los secretos eran una mercancía valiosa en el gobierno, si tenías un secreto poderoso tenías aliados poderoso, obligado, pero aliado al fin y al cabo. No era un secreto que la mujer de Hector lo engañaba desde luego, pero era una buena carta que jugar de vez en cuando. Yo por suerte tenía bien ancadas las bocas que conocían mis secretos. Por algo era ministra y no cualquiera de ellos. Iba un paso por delante aunque cualquiera estaba siempre apunto de alcanzarme.

- Si alguien quiere dejarse llevar por el pánico que lo diga ahora. los empelado de bajo rango y visitantes irán siendo evacuados poco a poco por las salidas privadas más seguras - las de las casas de los magistrados y altos mandos, no hizo falta que lo dijera en voz alta - el que pierda os nervios se irá con ellos. -dirigí intencionadamente una larga mirada a Hector - Los que no, los aurores están fuera combatiendo, quien quiera y pueda, que salga a ayudarlos los demás nos dividiremos, la mitad de apoyar las barreras mágicas del edificio, la otra mitad de los datos.

En mis palabras ya había dicho cual era mi decisión. Yo me quedaba y participaría en las defensas de los datos. Pronto todos se hubieron organizado. Los que querían luchar se fueron, los que apoyarían las defensas se dirigieron al departamento de seguridad donde estaba la fuente principal de alimentación mágica y origen de todas las barreras protectoras. Quedamos cinco. Dos de los mas mayores, dos de los mayores cerebros del ministerio y controladores principales de las bases de datos, y yo. - cada uno puede trabajar desde su despacho - sin decir más me cada uno se fue por su lado y yo estaba dispuesta a dirigirme al mio pero no aún - tu que vas a hacer? - le pregunté a Mike ahora que estábamos los dos solos, unicamente los dos aurores de antes estaban vigilando en la puerta. Uno de los protocolos de seguridad principales era que aunque fuera un auror acompañara siempre a la Ministra en caso de ataque. Esperé la respuesta de Mike
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Mensaje por Mike Coman Dom Ago 25, 2013 11:08 am

Al entrar todos estaban echando sus propios gritos mutuamente, parecía que era una guardería en vez de una reunión conjunta de magistrados donde todos tienen sabiduría y saben ir directamente al tema principal. Artemisa habló en voz alta para llamar la atención de los magistrados, uno de ellos respondió con, en mi opinión, una buena falta de respeto. Aunque Artemisa respondió a su comentario devolviendo le la jugada, yo suspiré deseando profundamente que esto no se volviera una discusión tonta, aunque parecía que comenzaba a ser serio el asunto, pero me equivoque. El hombre al parecer dedució él solo lo que había pasado momentos antes en el despacho, hasta me lanzó una mirada al cual yo respondí con cierta indiferencia a todo lo que decía. Quería saltar, decirle unas cuantas cosas ya que no tenía derecho alguno en entrometerse en ese tema, pero no, no podía hacer eso, guarde mi postura y me quedé firme donde estaba, esto no tenía que ser una discusión de guardería, mucho menos para discutir sobre eso. Aunque no pude evitar una leve sonrisa cuando Artemisa le calló dando completamente al clavo.

Por suerte a partir de ese momento ya la conversación iba más seria y Artemisa habló para mantener al ministerio completamente seguro dando al mismo tiempo opción a los que no aguantarían mucho los nervios en esta situación, ya que aquí tenían que tener paciencia y sobretodo reacción rápida. Artemisa eligió para ella misma proteger la base de datos donde nuestros enemigos podrían coger buena información en caso de que llegaran hasta esta. Cuando todos ya se marcharon aceptando las ordenes ella me preguntó que era lo que quería hacer. El protocolo decía que la ministra siempre tenía que estar acompañada de mínimo un auror, y creo que ahora mismo el destino quería que yo fuera ese auror – te acompañaré yo – la deje paso para que ella pasara delante mía y fui detrás de ella al costado, cuando llegamos a los dos aurores que vigilaban la puerta me paré.

- Id a ayudar a los compañeros, yo me quedaré con la ministra -

Sin dudarlo asistieron y se fueron de allí encaminados hacia el combate, sabían que era mejor que me quedase yo en vez de que se quedasen ellos dos y no poder ser dos más de los aurores que se enfrentaban contra los mortífagos, que en estos momentos necesitarían ayuda. Solo esperaba que pudieran contra ellos, pero confiaba en que lo conseguirían, para algo entraron en la institución.

Fuimos hacia el ascensor para dirigirnos hacia el despacho de Artemisa como ella lo había dicho indirectamente en la reunión. Apreté yo el botón para llamar al ascensor y di un suspiro.

- Agradable reunión, creo que vendré más a menudo – dije completamente con ironía en los labios.

El ascensor se abrió de par en par y nos adentramos en el, cuando apreté el botón del atrio las puertas comenzaron a cerrarse, hasta que en el último momento una mano se puso entre las dos puertas del ascensor y estas se volvieron a abrir, al mismo tiempo yo cogí mi varita dispuesto a todo, hasta que vimos que esa persona era el hombre con quien había debatido Artemisa en la reunión.

- Vaya espero que no haya interrumpido otro momento de la parejita – dijo el hombre poniéndose en un costado del ascensor – por cierto mi nombre es Hector – me ofreció a mi su mano de forma educada al cual negué rotundamente – no esperaba que su mujer le dejara de mal humor con las ganas director -

En ese momento ya me cansé completamente y le miré directamente a los ojos pero sin hacer nada, si ahora le estampaba contra la pared del ascensor y le lanzara varios depulsos para causar su muerte el peor perjudicado sería yo. Pero no podía evitar mostrar que estaba completamente furioso en esos momentos por su comentario - no ddebería de meterse en temas que no son de usted al menos qque no quiera acabar mal parado -

- Sabe usted, no tendría que hablarme así, si sé tal información podría dársela a El Profeta – casi parecía una amenaza.

- Daselo, a ver quien se fía más si el director, de un desconocido o de sus mejores amigos – yo conocía a Teddy desde que eramos pequeños y Artemisa lo conocía de Hogwarts, dudo que no nos hiciera caso, sobretodo en ese tema que sabría que nos podría perjudicar muy negativamente.

A Hector no le pareció agradar mucho ese comentario, pero para mi era indiferente, ahora mismo por muy magistrado que era yo era superior a él ya que el Ministerio estaba en peligro y ahora los que mandábamos somos los de la seguridad, no ellos. Las puertas se abrieron de nuevo de par en par dejando paso al Atrio, Hector salió primero con prisas, yo en cambio ya me tome un poco más mi tiempo. Artemisa y yo nos dirigimos a su despacho en silencio.
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Mensaje por Artemisa Coman Slytherin Dom Ago 25, 2013 11:53 am

Mike finalmente decidió que el se quedaría conmigo en vez de salir fuera con el resto de aurores a luchar. En cierto modo me quedé más tranquila. Sabía que si se iba y yo me quedaba allí gran parte de mi cabeza estaría pendiente de lo que fuera que pudiera pasarle en la batalla. Y no soportaría perderle. Además de que si los mortifagos conseguían entrar no se me ocurría nadie mejor con quien estar cuando nos atacaran.

Dejó ir a los otros aurores, ahora que no había nadie en la sal no hacía falta que estuvieran allí, hacían más yendo a ayudar. Cuando entramos en el ascensor el le dio al boton y mientras esperabamos no pude evitar reir con el comentario que soltó - y eso que hoy se han comportado - rodé los ojos haciendo una clara exageración. Eran insoportables normalmente pero por suerte hoy no se había enredado mucho antes de que llegaramos al tema principal. Las reuniones de cámara últimamente eran todo un tormento.

Antes de que se cerraran las puertas del ascensor Hector entró por ellas, mi victoria en la sala al parecer no había sido el punto y final de la discusión pero esta vez probó a atacar desde otro flanco. Se dirigió a Mike y por un momento me dieron ganas de cruzar su cara con un buen guantazo pero me contuve. La Ministra de Magia no podía ir pegando por los ascensores a Magistrados, por muy idiota y molestos que estos pudieran ser como era el caso de Hector. Me abtuve de entrar en la conservación Mike sabía apañarselas sin mi, aunque por como lo miró estaba segura de que había pensado lo mismo que yo. El magistrado se apresuró a salir cabreado cuando las puertas se abrieron

-Hector- lo llamé con voz tranquila e incluso me molesté en sonreirle - conozco casi todos los secretos que guarda este Ministerio, y el conocimiento es un poder muy peligroso, deberías recordarlo más a menudo.

Sin más se fue y Mike y yo entramos en mi despacho, sin más empecé a trabajar. Tenía mucho que hacer, me levanté varias veces de mi escritorio para consultar distintos libros de la librería. No hablaba mientras organizaba todo y realizada toda clase hechizos y encantamientos que mantendrían seguros la parte que me había tocado proteger. En media hora larga casi había terminado cuando una de las empleadas de seguridad entró al despacho. - Señora Ministra, los mortifagos han entrado.

Esa era muy mala noticia, podíamos prepararnos para lo peor

-y las evacuaciones?

-Finalizadas, solo permanecesmo, seguridad, aurores y la cúpula de gobierno, magistrados y jefes.

-esta bien... sacad a los magistrados mas mayores - la mayoría estaban aun en una buena edad para enfrentarse en un duelo y tener posibilidades de ganar pero dos o tres ya eran demasiado mayores para ello, aunque estuvieran entre los mejores del Wizengamot. Pero antes de que nadie más dijera nada una aurore más mayor de unos 30 entró tambien, se notaba que había estado luchando fieramente

-Los mortifagos se retiran - anunció tan sorprendida ella como me quedé yo

-¿estas segura?

-completamente

Dejé caer la espalda contra el respaldo del asiento, ¿por que se iban a retirar ahora que habían conseguido entrar?

-estaban en desventaja? - era lo único que se me ocurría

-lo contrario

-cuantas bajas?

-ellos 3

-¿y nosotros?

La auror se detuvo un momento a pensar la respuesta y y respondió mirando al suelo

-cinco, un trabajador voluntario, tres miembros de seguridad y...un magistrado

Permanecí un momento en silencio, no tenía sentido que se fueran entonces, iban ganando también estaba abrumada por las perdidas. ¿Qué magistrado habría caído? ¿Hector quizás? pero antes de que pudiera decir nada más otro hombro entró. De unos veinte años no conocía exactamente su puesto pero imaginaba que sería un empleado contratado hace poco.

-Tenemos un problema, pero la sub-directora de San Mungo se niega a hablarlo con nadie que no sea la Ministra y el Director del hospital

-hazla pasar entonces

-no esta aquí dijo que en cinco minutos conectaría con su chimenea - asentí conforme y luego hice que los demás salieran. Solo nos quedamos Mike y yo. En el tiempo dicho la cabeza de la Sub-Directora de san mundo apareció entré las llamas

-que ocurre? -pregunté evitando rodeos, quería ir al grano directamente.

-esto es lo que ocurre - junto a su cara apareció un frasco de cristal de color verde. -No estamos seguros pero creemos que han infectado el ministerio con esto. Si es así en estos momentos todo esta contaminado y no podemos dejar que salga de ahí, quiero el permiso del director para cerrar el ministerio con todos los que hay dentro, hasta mañana que tengamos el resultado de las pruebas y sepamos si es infeccioso o no. Algunos sanadores también se han quedado dentro, una vez entraron no les he permitido salir, podríamos causar un epidemia catastrófica si esta cosita de aqui es infecciosa...
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