Robo en el museo

Marie formuló sus últimas palabras, pero estaba decidido, aquí no pintaba nada bueno, de echo estando entre magos que me podrían manipular con una gran facilidad no hacía que me sintiera precisamente bien, mucho menos si yo iba a ser una gran carga para ellos. Tenía la entrada justo en frente mía, con las puertas abiertas, cuando de un momento a otro se comenzaron a cerrar. Di un suspiro de mi. Venga, no puede ser. Paré mis pies y me giré mirando seriamente a donde estaba Marie, pero fue en aquel momento en que me di cuenta que a parte de Marie también estaba William y Monique. Sin articular palabra de mi escuché la pregunta de Monique y decidí responder con una mentira.

- Pensé que mi investigación sobre el caso podría ir mejor si me voy a la biblioteca principal de Paris, no tardaría mucho en volver – dije fingiendo por completo.

Pero Marie no lo iba a dejar soltar tan fácilmente el asunto, y dando un suspiro y cruzando los brazos decidió decir la verdad.

- Eso no es cierto, tu tío Monique quiere que él se quede lejos de ti, escuchó una conversación entre Joseph y yo y cree que si de verdad estás más protegida teniéndole a él lejos lo hará cumplir, y aun así no puedo quitar el echo que se siente impotente rodeado de tantos magos, cree que aquí no cumple ningún valor – todo lo que dijo lo dijo mirándome a mi directamente por lo que yo no tuve otra opción que apartar mi mirada de la suya. Como odiaba que me delatase de esa forma, pero... ¿para qué mentir? Era cierto.

Al parecer William hubiera preferido que no se me hubiesen detenido para que de verdad me marchase de aquel lugar. Bajé mi mirada y no abrí la boca en todo momento, preferiblemente deseaba escapar de ese lugar, pero las puertas estaban cerradas y tampoco tenía esa habilidad para hacerlo, por lo que no me quedaba otra que aguantar con la mirada tirada al suelo sin ganas de levantarla a temor que me descubriera, pero, no me di cuenta que ya lo habían echo. Marie y Monique daban la sensación que no estaban de acuerdo, y eso me alegró bastante, pero me sorprendió mucho escuchar decir a Monique que sin mi no hubiera salido de allí y ver como insistía manteniendo su respuesta. Eso en parte me alegró bastante, pensar que había sido de ayuda y no un estorbo era lo que necesitaba saber. No alcé la vista del suelo hasta que William dijo que era igual que su padre y que lo había advertido cuando nos vio llegar. Lo miré confuso, ¿su padre? Aquí ya había alguna información que al menos yo desconocía por completo, al mismo tiempo vi en el rostro de William completa furia, se le notaba que él no estaba completamente de acuerdo con todo esto. Marie intentó calmarlo pero se notaba que a ella no le hacía gracia la exageración de William, ni que hubiera sido a propósito... Intentó convencerle de que teníamos que estar juntos, ya que nos querían a los dos y era lo mejor para protegernos. Pero me ofendí bastante cuando William me dijo que era un problema ¿un problema? Ahora el único problema en toda la sala era él. Pero me llamó la atención que mencionara a la madre de Monique en todo esto. Monique también se enfadó bastante cuando escuchó que su madre era llamada un problema. Me acerqué a ella y la cogí del brazo suavemente dando como una pequeña caricia para que ella tampoco estallase como su tío, no quería armar la guerra cuando en realidad no era para tanto y mucho menos si lo había provocado todo yo. Al parecer William estaba completamente en contra de los humanos como el decía, y lo único que le gusto de la madre de Monique fue que la dio a luz a ella, en ese instante Marie mencionó sobre una maldición, en ese instante tanto Monique como yo nos quedamos quietos ¿maldición? Sobre esto no sabíamos nada, y parecía ser una pieza fundamental para todo este asunto. Monique preguntó por ella después de que William digiera que era una tontería. William comenzó a explicar pero quien explicó lo fundamental fue Marie. Estaban condenados, condenados en amar inexplicada mente a una persona correspondida, un humano, ese amor sería grande pero estaría condenado a acabar mal. La maldición aun no se fue porque la deuda que su abuelo tenía que pagar aun estaba abierta. En esos momentos Monique tomo voz sobre el tema y continuó que esa deuda era pagada con sangre, y que nosotros eramos el billete de Marius para que pudiéramos ser liberados.

- No entiendo, ¿para qué nos necesita? Nosotros no tenemos que ver con él -

- Os necesita necesitando a dos personas enamoradas, una de la familia y otro un humano, el humano seria sacrificado a los ojos del miembro de la familia, y la maldición se soltaría, y ha tenido suerte porque no solo eso, el destino te eligió a ti y así puede al mismo tiempo apoderarse de tus habilidades – explicó Marie.

- ¿Y por qué no se nos dijo esto antes? - pregunté enfadado mirando a Marie y William.

- Porqué en teoría yo iba a conseguir que no os vierais tanto, y así podía conseguir que a Monique no le afectara la maldición como a mi – explicó William.

- William tampoco dices tanto la verdad -

- ¿Y de ti que cuentas? Te quedastes viuda a los 40 estando casada con un humano – cambió enseguida de tema, eso me hacía sospechar cosas.

- Sí, y a comparación he estado siempre feliz con ese hombre a pesar de todo, podíamos ser una pareja normal – dijo Marie completamente enfadada mirando con rabia a William, en esos momentos no entendía nada. Había visto a Marie en fotos, siendo más joven sonriendo a la cámara con un hombre que compartía la misma sonrisa de felicidad, yo ya sabía que se había casado y que quedo viuda pronto porque su marido tuvo un accidente en la fabrica en la que trabajaba, de que trabajaba y demás no sabía, solo sabía eso, y tampoco quería saber más al ver como sus ojos se ponían llorosos al mencionarle. Marie dio un suspiro y me miró a mi - ¿qué vas a hacer André? Estas libre de marcharte si quieres y si no quieres marcharte siempre serás bienvenido -

- Pero no por mi – dijo William al cual sin querrer le eché una mirada enfadada, no debía de meterse en mis elecciones.

Di un suspiro y miré a Monique ignorando simplemente a Marie y William y decidí que la elección de marcharme o no no cayera completamente sobre mi y escuchara un poco a mi alrededor. Estaba claro que Marie quería que me quedara, porque era como su hijo, William quería que me fuera para no perjudicar a Monique, ¿pero ella? ¿podrá verme aun sabiendo lo de la maldición? ¿cambiará de opinión sobre mi? Eso se solucionaba fácilmente.

- ¿Me cerraras la puerta si me quedo? ¿o la dejarás abierta con o sin maldición? - esa pregunta no era para nada realista, era una indirecta, era prácticamente preguntar si estaba dispuesta a mostrar sus sentimientos, no tener miedo, era como si le preguntara para salir con ella, era pedirle que simplemente fuera como ella es y ver más adelante que nos diría el destino, si quisiera aunque fuera algo serio o no.

La pregunta de Monique me dejó bastante helado, no había llegado a pensar esa cuestión, pero mucho más me sorprendió la respuesta que dio William. Resultó ser que ellos dos eran hermanos, y que Monique era sobrina de los dos. En ese momento si que estuve aún más quiero que antes. Desconocía gran parte del pasado de Marie, pero nunca me había podido imaginar eso. Pero una palabra me dejó desconcertado ¿solo hermana pos sangre? Allí ya podía oler el motivo por el cual nunca supe de eso... algo grande tenía que haber sucedido en sus tiempos.

Había ese momento de tensión antes de que Monique diera su elección, hasta que sonreí suavemente cuando escuché que me quedase. Su tío no dio una reacción muy alegre, pero en esos momentos me daba igual.

- Gracias - dije suavemente en un volumen que seguramente Marie y William no hubieran llegado a escuchar.

En ese momento apareció Joseph por la puerta, como si hubiera sabido cual era el momento más oportuno de todos.

- La cena está servida – dijo antes de darse de nuevo media vuelta y desaparecer donde supuestamente estaba el comedor.

- Sera mejor que recuperemos fuerzas – dijo Marie dirigiéndose al comedor desapareciendo también.

- No entiendo tu actitud Monique, lo que estás haciendo es un grave error – William también se fue hacia el comedor.

- Ve, a mi no me apetece cenar – dije mirando a Monique con una sonrisa separando mi mano de ella con suavidad – yo voy a la biblioteca principal, voy a mirar un par de cosas – sin poder evitarlo me acerqué a ella para darle un beso en la mejilla – gracias, de verdad – dije antes de separarme y subir las escaleras para ir hacia la biblioteca.

Una vez estando allí decidí abrir un par de libros, uno de simbología para intentar adivinar el significado de los símbolos que vimos en el museo antes de aparecer en esa celda. Al mismo tiempo busqué en unos libros de hechizos las palabras que Marius pronunció, pero había tantas que me era difícil encontrarlas. La mesa que en teoría era 5 metros por 2 de ancho ahora mismo estaba ocupada de libros dejando imposible de ver la madera oscura que había detrás. Pero mi mente viendo tantos libros abiertos y buscando tanto solo se agobiaba y acabé cogiendo un rompecabezas que había expuesto, ese ya lo había tenido varias veces en las manos, ese rompecabezas era el tamaño de una pelota de tenis, y parecía que estaba cortada en rodajas y esas rodajas eran en realidad círculos de mecanismo, en cada circulo había pequeños cuadrados y en cada una había un símbolo, un número o una letra. Los círculos las tenía que girar haciendo que todas coincidieran en cada fila y se abriera mostrando lo que había en su interior. Pero sabía que lo que habría allí dentro no era nada importante, sino Marie ya se hubiera empeñado en abrirlo. Me dejé caer en la butaca cerca de la chimenea para comenzar a girar cada rueda dejando mi mente pensar para ver si así ordenaba todo y se me iluminaba la idea.

Estuve completamente concentrado en el rompecabezas que en el momento en que escuché una voz pegué un leve salto para mi y alcé la vista rápidamente. Sonreí suavemente cuando mi vista vio a Monique, pero la volví a apartar y decidí que era mejor contestar a su pregunta.

- Busqué símbolos y palabras mágicas que he escuchado en todo el día, a ver si encontraba su significado, de algunso símbolos tengo ya la información, pero ya los conocía, de los demás no los encontré y de las palabras no encontré nada – y de esa parte estaba más enfadado.

Seguí dándole vueltas al rompecabezas hasta que pensé en la situación en la que estábamos, en todos los símbolos que había encontrado, comencé a girar las ruedas como si ya supiera la solución, pero algunas ruedas no sabía como girarlas y que poner.

- ¿Cual es tu día de nacimiento? - le pregunté a Monique

Después de escuchar la respuesta giré dos ruedas más que yo pensaba que era así.

- ¿Que signo de zodiaco eres? -

Volví a girar un par de ruedas más antes de llegar a la siguiente rueda donde tenía que volver a hacer la pregunta.

- ¿Cual de los cuatro elementos era el favorito de tu padre? O el tuyo -

Al escuchar su respuesta giré esa rueda, luego giré unas pocas más y en la última que ya había el final del circulo se acabó escuchando un clic. Me quedé con los ojos bien abiertos y noté como el círculo se había abierto unos pocos milímetros. Con el aire que casi no podía fluir de mis pulmones abrí lentamente el circulo por la mitad, en el interior se podía ver un mecanismo dorado y en el centro un trozo de papel antiguo. Cogí ese trozo como si tuviera miedo de romperlo y dejé el círculo encima del brazo de la butaca. Miré un momento a Moniue para ver su expresión, finalmente decidí abrir el trozo de papel, pero con mucha más extrañeza me quede en esos momentos que antes. En el papel había un símbolo dibujado y luego ponía AFC32P14F8.

- Vaya, al parecer me han echo una broma -

Le di el papel a Monique por si ella quería ver lo que ponía. En esos momentos e sentí más inútil que nunca, yo intentando romper ese rompecabezas desde hace años, lo consigo y hay una tontería. Pero... el símbolo me era familiar. Miré al techo y no tardé en acordarme de qué me era familiar.

- ¡Ya sé! - Dije completamente de acuerdo conmigo mismo y sintiéndome ahora mucho más listo.

Me levanté de golpe de donde estaba sentado y me adelanté hacia uno de los armarios repletos de libros, justo en frente me quedé parado de golpe y busqué con la vista hasta hallar el libro. Me acerqué a este, un libro de al menos 700 páginas, de piel de cuero negro y con el símbolo del papel en la portada y en el lomo dibujado con un detalle plateado. Me acerqué a la mesa grande y lo puse encima y comencé a buscar entre las páginas.

- Apartado F, capítulo 32, párrafo 14, fila 8... - murmuré para mi mismo. Al llegar a esa parte leí lo que ponía en la fila – Los misterios de los humanos son los más increíbles, a la vez que su tapadera – alcé la vista a la nada y me quedé pensativo.

En un momento dado se me encendió la idea y rápidamente me dirigí hacia otra librería y busqué otro libro. Al hallarlo lo saqué para volver a la mesa, pero mi intriga me dejó a mitad del camino, ya que cuando mis pasos de acercaban a la mesa abrí el libro, y me dije enseguida que la tapadera era una cubierta... En ese momento fue cuando detuve mis pasos en el camino e intenté con cuidado quitar la cubierta de la tapa. Al ser un libro antiguo no tardé mucho en deshacer una esquina y a partir de ella sacar toda la tapadera haciendo ver que entre la tapadera y la capa interior había un perfecto espacio donde se guardaba una carta. Saqué esa carta con cuidado a no romper el libro y poder dejarlo como estaba y a su vez extraer la carta sin romperla. Miré la parte de delante de la carta y tragué saliva al leer lo que ponía. Miré a Monique para ver su expresión hasta que finalmente estiré el brazo con la carta hacia ella.

- Monique, es para ti... -

Cuando le di la carta parecía dudar de si abrirla o no, luego escuché su comentario respecto la caligrafía, al parecer era de su padre. Abrió el sobre para luego leer la carta que había en su interior, yo simplemente me retiré, coloqué la tapadera correctamente al libro mientras la dejaba su espacio para que leyera en tranquilidad. Al colocar la tapa el libro quedó igual que antes, me lo anotaré en la mente por si yo algún día quiera hacer lo mismo. Coloqué algunos libros que ya no me hacían falta en los estantes correspondientes para dejarlo todo así como me lo había encontrado, y no me detuve hasta que escuché su voz de nuevo.

Presté atención a lo que ella decía, explicaba que conoció a la madre de Monique, que cuyo nombre er Marlenne, meses después de la muerte de Marilyn, la madre de Marius. Fue un amor a primera vista. Ella para él parecía que lo significaba todo, parecía por sus palabras que era el amor de su vida y que ella era con quien iba a esperar hasta la muerte. Llegaron a tal punto de confianza que al parecer Marlenne comenzó a tener poderes mágicos, era tan extraño en una humana que se hicieron varios juicios e investigaciones para saber si de verdad era natural. Al parecer el padre de Monique estaba con los mismos pensamientos que Marie. A pesar de la maldición ellos dos no creyeron en ella y vivieron su vida, y por lo que dicen no lamentan ninguna elección que hicieron durante su vida. Después de dar el consejo a Monique que no se arrepienta de sus elecciones la carta se cierra con una calurosa despedida.

Miro tranquilamente a Monique y pensé un momento antes de formular palabra.

- Me pregunto que le habrá pasado a William para que tenga esa opinión, antes en la entrada Marie dijo “William tampoco dices tanto la verdad” pero justo antes en el momento que William dijo “y así podía conseguir que a Monique no le afectara la maldición como a mi” la expresión de Marie se forzó e hizo ese comentario. Luego tu padre escribe esa carta para ti y te dice que no le hagas caso – señalé a la carta cuando la mencioné – me pregunto que nos podría estar ocultando tu tío – dije ya mirándola a los ojos apartando mi señalamiento de la carta -

Cogí unos libros de la mesa para luego también dejarlos en su lugar de origen.

- Pero ya sabes la opinión de todos, la que debe de acabar eligiendo con su vida eres tu -

Di un pequeño suspiro, este tema si que era verdaderamente complicado, tenemos una familia supuestamente maldita que se enamora de un humano y esta relación acaba de la peor forma posible, con la muerte. Pero tenemos un total de cinco miembros en la familia, de las cuales uno esta muerto, pero ya sabemos su opinión, dos de las personas están en contra, dos están a favor, y una era el centro de todo este asunto. Pero de esas cinco el enemigo era uno, que es de los que esta en contra, y menos mal que solo es ese uno, pero me pregunto si William se impulsaría en ayudar a Marius o quedaría en el mismo bando...

Me explicó que su tío siempre había sido un viejo osco y huraño, que parecía preferir la soledad antes que la compañía con la sociedad. Prefería pasar el tiempo en su casa con sus libros, los discos de vinilo y la televisión. Al escuchar la televisión la miré extrañado de lo que acababa de decir. Pero en ella me mostraba que decía la verdad. Vaya, entonces si que se conserva bien el hombre. Pero al parecer algo en ella también dudaba que tuviera ese comportamiento, y dijo que quizás paso algo, algo lo suficientemente gordo para cambiar completamente el carácter de una persona.

Después de mi palabras hubo un corto silencio algo inquietante en el aire, yo no me distraje en colocar los libros, no quise ya que no quería mirarla a los ojos y que me pillara. Pero no me podía imaginar que esas palabras salieran de entre sus labios... En el momento en que escuché “a ti también” el libro que estaba a punto de colocar en el armario se me cayó de las manos. Enseguida reaccioné y lo cogí para colocarlo alargando ese movimiento lo máximo que pude. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué...? pero en esos instantes recapacité de las palabras del padre de Monique, vivió con una humana y no lamentó ninguna de sus desiciones, pero... ¿voy a querrer yo morir en terribles sufrimientos por un amor maldito? No...

Miré hacia ella y vi que su mirada estaba perdida por otra dirección. Me acerqué al a mesa en la que aún había unos pocos libros. Pero antes de llegar a la mesa cambié de movimiento, en vez de coger un libro me dirigí hacia ella, me puse frente suya a tan solo 30 cm.

- No... Yo no tengo que elegir porque ya tomé una elección por mi parte – dije susurrando.

En ese momento acorté todas las distancias, cogí su barbilla con mi mano izquierda para alzarla y rozar sus labios. Con la mano derecha la pasaba por detrás de su cintura para que nuestros cuerpos estuvieran pegados. Cuando por fin noté sus labios encima de los míos aparte mi mano de su barbilla para ponerla también alrededor suya. Justo mientras colocaba el brazo mis labios se separaron cada vez un poco más, haciendo que un beso simple se convirtiese en un baile donde nuestra lengua era el centro de atención. Al rato, cuando nuestros cuerpos ya nos pedían oxigeno me separé de ella un poco, pero aun así teniendo nuestros cuerpos pegados. Mordí ligeramente mi labio inferior deseando volver a besar la intensamente. Queriendo disfrutar de nuevo de ese roce y disfrutando de todas las sensaciones que hacía mucho tiempo que no sentía.

- Aunque hubiera maldición, no perdería nada, porque he estado maldito desde mi nacimiento -

Notaba como ella respondäia al beso, sentía sus brazos alrededor de mi cuello, por lo que perfectamente pude deducir que ella también quería eso y ese pensamiento me alegraba bastante. Cuando nos separamos un poco pude ver como sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas, al parecer ese contacto le había más que gustado. En esos momentos una sonrisa de satisfacción y alegre recorrió por mi mejilla. Después de que mencionará mis palabras noté sus manos en mi mejilla y ella unió de nuevo nuestros labios a un beso que respondí con muchas ganas. Cuando el beso ya fue interrumpido sentí su respiración agitada al igual que la mía y noté como mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho e intentando contener las ganas que tenía de ella. Me resultaba curioso como ahora quería sentir más su roce, no sabía si era porqué hacía tiempo que no sentía a alguien de esa forma o si era porque era ella la que sentía, pero fuera lo que fuera, me sentía realmente cómodo con ella y en esa situación, y de alguna forma agradecí a Marius por haber hecho lo que hizo. Me reí suavemente cuando escuché sus palabras – vaya... somos un caso bastante curioso – dije con tranquilidad mientras me volvía a acercar a ella a darle un suave beso en el cuello y al mismo tiempo esconder mi rostro de su mirada ante lo siguiente que iría a preguntar – sentias lo mismo con Michael? – casi me ahogaba con mi propia pregunta. No desearía que aún sintiese algo por él, no quería, quería que estuviera conmigo, sin tener a otro hombre en mente respecto a ese tema.

Al haber preguntado que setimientos tenía hacía Michael se quedó un momento en silenicio, temí que hubiera algo de verdad, temí que su mente también pensara en él. Pero me dió una respuesta, me dijo que con él solo tenía un royo, que nunca sería capaz de salir con alguien del trabajo. Agradecí mentalmente que tuviera esa opinión, aunque yo también la tenía cuando trabajaba y otra gente me rodeaba. Finalmente me preguntó si estaba celoso y no pude evitar soltar una risita.

- No, simplemente podría ser molesto si sintieras algo por él –

Me separé un poco de ella para besarla con un simple beso. Pero luego me volví a separar de ella ya mas completamente para acabar de colocar los libros que me quedaban por colocar.

- Déjame colocarlo, así Marie no se puede quejar – reí suavamente recordando cuando a veces me persegía para que colocara mis desordenes.

Cuando coloqué el último libro miré los bolsillos de mi pantalón. En un momento comencé a ponerm nervioso y seguí buscando entre mis bolsillos. Pensé que quizás lo habría dejado en mi habitación. Miré a Monique antes de encaminarme hacia la puertas.

- ¿vines?  - pregunté con una sonrisa.

Al final ella vino conmigo y fuimos los dos a mi habitación. Al entrar se podía ver ventanales grades en la pared de en frente, una chimenea a la pared de izquierda y en la pared de la derecha había una doble cama echo de madera oscura y sabanas de color crema. Luego a la pared donde estaba la puerta había a la derecha de esta un armario. Tambien había una segunda puerta detro que llevaba al cuarto de baño. El suelo era de madera, pero en frente de la chimenea había dos butacas y una alfombra grande de color clanca. Las paredes tenían un color amarillo suave. Las habitaciones solían tener mas o menos los mismos muebles, en algunos había algún mueble más, todos lso cuartos eran de colores diferentes, pero solían tener siempre una chienea, una doble cama, un armario grande y un cuarto de baño, también todos tenían ventanas grandes, pero las vistas solían variar por los lugares en que estaban. En el mío se podía ver el jardin de atrás.

Encima de mi cama aun estaban mis maletas. Me acerqué para coger la maleta más pequeña y dejarlo con cuidado en el suelo, luego cogí la maleta más grande y la abrí, en ella se podía ver que había ropa y productos de higiene, como si fuera de viaje. Busuqé entre la ropa para sacar un papel antiguo y abrirlo después de sentarme en una butaca.

-  En estas habitaciones deduzco que debe de haber algo escondido, tu padre estuvo en esta mansión unas cuantas veces, y según Marie él estaba preparando cosas para el futuro, o eso recuerdo cuando me dieron este mapa –

En el mapa era un plano de las dos plantas, allí se podían ver cámaras ocultas en las dos plantas, habían un total de tres cámaras ocultas.

-Podemos mirarlo mañana, ya que hoy ya es algo tarde –

O al menos mi reloj decía que eran ya las 23:15. Le di a ella el mapa por si quería mirarlo mientras que yo me levantaba para dejar las maletas  al costado del armario, ya lo colocaré más tarde. Después quería volver a sentir algo, solo un poco más. Me acerqué a Monique, que estaba mirando el mapa y le volví a dar un beso corto en los labios distrayédola completamente de lo que tenía entre sus manos.

- O quizás sabía que iba a morir antes de que viniera su hora – dije fríamente pero podía ser igualmente una teoría posible. Pero dejé mejor el tema a parte, no era algo que teníamos que hablar lo y mucho menos a estas horas.

Noté como su cuerpo reaccionaba con sorpresa cuando le di un beso corto en los labios. No pude más que sonreír débilmente al separarme de ella unos pocos centímetros. Acerqué mi mano suavemente a su mejilla y la acaricie con extrema suavidad con las yemas de mis dedos, paseando por su mejilla hasta llegar a su labio inferior. Mi mirada no pudo más que seguir el paseo de mis labios, hasta que cuando se pararon en el labio estos se volvieron de nuevo a los ojos de ella.

- ¿Te quedas conmigo? - pregunté en una voz de escasos susurros mientras apartaba las yemas de mis dedos de sus labios.

Después de escuchar su respuesta me acerqué de nuevo a sus labios con los míos con deseo e hice que la respiración volviera a faltar entre los dos mientras que deslizaba mis manos alrededor suya para que la distancia fuera corta. Cuando tuvimos que separarnos para coger aire si o si apoyé mi frente contra la suya.

- Me gustas... me gustas mucho – dije con los ojos cerrados sintiendo como mi respiración estaba acelerada y mi corazón no dejaba de palpitar fuertemente.