Salón

Se disculpó por haber pensado en parte por los pequeños a pesar de que ahora era un momento para nosotros dos y ya esta – no tienes que disculparte es normal – ella los había tenido en su interior todo este tiempo y era normal que ahora fuera lo primero en que pensara. Luego ella dijo un comentario que más que nada parecía un recordatorio para ella misma, dijo que Lily estaba con ellos y que no tenía el porqué preocuparse, luego añadió que a mi no me tenía así a menudo, antes de que pudiera reaccionar o acabar de separarnos por esa unión íntima se incorporó para unir nuestros labios en un beso como los de antes. Me uní a sus labios con ganas – entonces ya sabes que no tienes que preocuparte, están a salvo – dije en voz baja después de ese beso. Finalmente volví a unir nuestros labios en un beso profundo otra vez para retomar el ritmo perdido. Volví a sentir su calidez de su interior y su piel junto a la mía rozándose al ritmo de nuestros movimientos. Comencé a mover mi cintura a ritmo más rápido mientras que mis labios no se despegaban de los suyos. Notaba como mi respiración se agitaba y mi corazón iba cada vez más rápido de lo normal y como mi cuerpo pedía más al sentir esa excitación que solo ella me podía dar.
Poco después de volver a iniciar el ritmo me vino una idea en la cabeza por lo que sin separarme de ella y sin que ella lo notara cogí el bote de chocolate que teníamos bastante cerca para luego echar un poco de chocolate encima de su cuello y un poco en su pecho. Después de poner un poco de chocolate dirigí mis labios a su cuello para poco a poco comenzar a quitar el chocolate hasta acabar de nuevo en su pecho. De alguna manera esa idea mía me excitó bastante como para mi cuerpo pidiera más de ella por lo que aumente un poco más el ritmo que llevábamos.

Notaba algunos gemidos suyos contra mis labios, algo que me escuchaba sentir para notar que, al igual que yo, ella estaba disfrutando del momento. Despisté completamente mi mente a lo de antes y disfruté cada momento de los roces, los besos y las sensaciones. Noté como sus manos iban por detrás de mi espalda y me arañó suavemente por allí. Noté un escalofrío recorrer por toda mi espalda, un escalofrío que iba acompañado con un pequeño gemido de placer, ahora ya no podía contenerlos como lo hacía al principio.
Rió un poco cuando vio lo que estaba haciendo con ella, noté como arqueaba un poco su espalda cuando rozaba mis labios en su piel quitando el chocolate que acababa de poner en su piel. Al aumentar el ritmo al sentir que eso solamente ayudó a querer avanzar más con ello sentí como una exclamación de placer salía de ella. Aumenté un poco más el ritmo pero esta vez yendo un poco más fuerte, sintiendo cada vez más placer en mi miembro, mi piel poco a poco se comenzaba a cubrir en una ligera capa de sudor fino ya que eso cansaba y necesitaba su esfuerzo. Volví a sus labios para besar la otra vez intensamente con esa agitada respiración que los dos teníamos. Para mi me era igual quedarme sin respiración porque lo que necesitaba era sus suaves labios.

Volvió a repetir con sus manos ese movimiento que me dejó con un escalofrío y un pequeño gemido en la boca, ese escalofrío volvió a pasar por todo mi cuerpo y antes de dar un suspiro de placer la besé intensamente en los labios como si digiera que eso me gustaba, porque era así, me gustaba que me hiciera eso, que yo recordase era la primera vez ya que normalmente solamente me acariciaba la espalda, pero nunca llegó a arañarme ligeramente de forma que no me llegaba a doler y sabía que si me dolía iba a parar al igual que yo iba a parar si la hacía daño.

Cuando comencé a ir un poco mas rápido y fuerte a la vez me pegué al máximo a ella dejando que nuestras pieles se rozaran suavemente más a cada movimiento que hacíamos. Al acabar uno de los miles besos intensos que hacíamos me acerqué a su oreja – si te hago daño ya sabes, dilo, no te quedes callada – dije suavemente mientras que mis labios rozaban ligeramente su oreja. Después de es le di un beso en la mejilla para luego volver a juntar nuestros labios una vez más. Prefería mil veces volver a ir suave o incluso parar con eso si a cambio conseguía que ella no sintiera dolor mientras yo sentía placer y que al día siguiente no se pudiera incluso mover. Cuando no estábamos juntos después de la graduación lo había echo de mil maneras pero a ella temía hacerlo con algo más de fuerza que lo habitual porqué siempre la había visto tan frágil que me daba miedo hacerla daño, para mi ella me parecía de cristal en estos casos, ya que en muchos otros era una mujer bastante fuerte y resistente a pesar de que me encantaba protegerla por muy pesado que acabara siendo.

Noté como a veces reprimía algún que otro gemido por sus movimientos. Decidí aumentar la velocidad por última vez ya que comenzaba a notar que el final no iba a estar tan lejos, sino que ya comenzaba a notar algo de ese placer en mi miembro aunque aun era muy pequeño podía aumentar en menos de un minuto y en menos de dos podía acabar todo por lo que disfruté los momentos besándola intensamente pasando una de mis manos que se apoyaban acariciando por su cuerpo con ganas, pasando por detrás de ella, por su espalda y su trasero, luego yendo por delante sobre su cintura, su barriga y su pecho. Después de uno de los besos me volví a acercar a su oreja - te amo - dije esta vez más flojo y rozando mis labios con su oreja por completo para luego abrir los ojos y mirarla a ella, ver como al igual que yo disfrutaba de la situación en la que estábamos los dos, en una unión de intimidad máxima que hacíamos por completo amor que sentíamos.

No respondió lo que dije de que me avisara si la hacía daño, por lo que lo interpretaba como un que no la hacía daño, por eso me sentí algo aliviado. Al escuchar su respuesta nuestros ojos se encontraron y noté como llevaba su mano a mi mejilla para acariciarla suavemente, poco después volví a juntar nuestros labios sintiendo cada vez mucho más cerca el orgasmo. Antes de que acabásemos el beso lo tuve que interrumpir para poder coger el aire suficiente al sentir la llegada del orgasmo, tuve que gemir de placer, contener la respiración y contraer un poco el cuerpo al sentir como la sensación se expandía por todo el cuerpo, pero no paré, no paré hasta saber que ella también lo había sentido por lo que no flojé mucho el ritmo. Esto era cosa y deseo de los dos por lo que los dos teníamos que sentir esa emoción placentera grande que creábamos a través de nuestros cuerpos.