Salón

Conseguí coger el sueño rápidamente y no volví a tener ninguna pesadilla, o al menos no real. Antes de que pudiera amanecer escuché un golpe fuerte pero tenía aún tanto cansancio que mi mente había pensado que ese golpe era algo de mi sueño. Muy rápido volví a conseguir a coger el sueño hasta que escuché un segundo golpe fuere, allí volví a abrir los ojos en toda la noche y noté como Artemisa no estaba en su cama, allí me asusté mucho al pensar que había pasado algo porque no estaba ni ella ni su varita. Me levanté de la cama y tuve tiempo para ponerme un pantalón y una camiseta hasta que escuché de golpe que Artemisa me llamó gritando. En ese momento noté que de verdad había algo que iba mal. Salí de la habitación corriendo para ver luz en la habitación de Gabriella y entrar allí. Al entrar vi a Artemisa completamente desesperada por poder hacer algo pero sin saber el que y a Gabriella tumbada en su cama completamente roja sin poder coger aire. Algunos objetos estaban en el suelo por lo que pude intuir que los objetos que se cayeron eran esos.

Me acerqué rápidamente a Gabriella y la cogí en brazos, vi como ella intentaba decir algo pero no podía articular ni una sola palabra miré a Artemisa que estaba allícontemplando la situación con miedo y sin saber que hacer – Artemisa ve a vestirte rápido y traeme unos zapatos, corre! - dije mientras con una mano le daba un epujón pequeño para que reaccionar y actuara rápido – Liy! - enseguida la elfina apareció en la habitación y miró la situación aterrorizada – cuida de los pequeños vamos a San Mungo – ella asistió para aparecer en nuestra habitación y vigilar a los pequeños durante nuestra ausencia. La pequeña sufría un ataque de asma y esto solo se podría tratar en San Mungo ya que aquí no teníamos lo necesario para que pudiera volver a coger aire. En poco tiempo ella volvió a la habitación ya vestida y me trajo los zapatos, volví a tumbar a Gabriella para en un minuto meter mis pies en los zapatos. Luego volví a coger a Gabriella envuelta en una manta suya para que no pasa frío. Luego con la otra mano cogí un brazo de Artemisa para aparecer en la planta de pediatria de San Mungo. Notaba como a Gabriella se le había cerrado más los pulmones desde que había entrado en la habitación.